CRISIS MORAL

Nínive y Jonás

Jaime Fomperosa Aparicio // Santander

Ser profeta enviado por Dios no es una misión agradable porque denuncia al pueblo su pecado.

Jonás, no quería ir a Nínive, una gran ciudad, porque tenía que anunciar que debido a su maldad sería destruida dentro de cuarenta días. Trató de huir para no cumplir esta misión tan desagradable; ya sabemos que fue arrojado al mar y tragado por una ballena que al tercer día lo arrojó a la playa.

Por fin fue a Nínive para cumplir la misión que Dios le había encomendado. Los ninivitas se arrepintieron de sus pecados y Dios los perdonó.

Hoy en día la sociedad actual esta sumergida en una crisis moral sin antecedentes, el castigo por los pecados de los hombres parece inminente. Pero Dios es clemente y misericordioso y no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva. No nos envía a un profeta, nos envía a su Santísima Madre, la cual nos dice que nos enmendemos, que dejemos de ofender a Dios que ya está muy ofendido. Si no hacemos caso del mensaje de tan amorosa madre que sufre por el extravío de sus hijos, el castigo será inevitable; esta era de seguir sin enmendarnos, está llegando a su fin.

Los ninivitas se convirtieron y Dios les perdonó. ¿Imitaremos a los ninivitas? Tenemos que abrir nuestro corazón para que Dios pueda entrar en el. Dice en el Apocalipsis: «Estoy a la puerta y llamo, al que me abra cenaré con el». Más no se puede dar ni pedir.

LA VIDA POLÍTICA

Sólo sé que no sé nada

Martín Sagrera // Madrid

«Sólo sé que no sé nada»... del todo y para siempre. Sócrates no se declaraba ignorante, como parecía indicar esa frase sacada de su contexto, sino que, como todo espíritu científico, era consciente que siempre se puede mejorar los propios conocimientos. El hombre de acción, el político, en cambio, se aferra a una verdad concreta para llevarla a la práctica, lo que será más probable que salga bien antes de que cambien las circunstancias, y si ha elegido bien su programa, con otras fuentes además de la del Marca. El director de una gran empresa necesita especialistas en la mercancía que produce, en economía, en propaganda, etcétera; pero -ese es su papel-, es el responsable global de todos ellos, para bien o para mal del conjunto. Ya Felipe González intentaba trampear y declararse «incorrupto» saliendo de las reuniones del PSOE cuando se empezaba a discutir sobre su financiación, y ya sabemos cómo acabó él y su partido. Hoy Rajoy pretende desesperadamente desligarse de la financiación del PP, ayudado por ciertos curiosos miembros de la Justicia. Pero le está resultado más difícil y le hará fracasar antes que a su tan lamentable predecesor, dada la mayor madurez democrática de la ciudadanía.