REGULACION

El espejismo de una vivienda digna

Marta Fernández // Markéting

Aún sonrío al recordar Esta casa es una ruina, película que contaba las peripecias de Tom Hanks para arreglar una vivienda que había conseguido como una ganga, pero que escondía un sinfín de problemas. Como siempre pasa, la realidad supera el celuloide y los problemas con la vivienda se extienden más allá de su maltrecho estado. Ahora ya no podemos pagarla. Si quieres alquilar un piso y, encima, vivir solo, tienes un problema. Cualquier búsqueda en portales inmobiliarios te hace percatar de la grave situación de encontrar una vivienda digna a un precio asequible. Cuando todavía cicatrizan las heridas de la burbuja inmobiliaria, ahora resulta que volvemos a tropezar con la misma piedra, esa que tienta a los propietarios a lucrarse sin tiento. O se regula por ley esta rueda o ya nos podemos olvidar de vivir donde queramos. Y regular significa marcar límites, concretar precios por zonas y por metros cuadrados. Regular significa no permitir esta sobreexplotación de la vivienda, limitar a los que piden cifras astronómicas cuando el piso no tiene ni cocina. Regular significa poner lógica a la insensatez. Si queremos crecer como sociedad avanzada, deberíamos ser más conscientes de los sueldos de la mayoría de la población, de la zona donde vivimos y de lo que una persona puede gastarse para algo que aparece en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y es el derecho a una vivienda digna. Ojalá la cordura vuelva a nuestra sociedad y cuando veamos esa comedia de Tom Hanks pensemos que era solo eso, otra aventura más.

INMIGRACIÓN

Puertas imposibles

Luis F. Crespo // Alcalá de Henares (Madrid)

Como todos los años por estas fechas, la Unión Europea se pone a la defensiva y predica que en las fronteras de África es posible garantizar la seguridad y los derechos humanos. Esa forma de ver las cosas olvida que la inmigración es un hecho muy complejo protagonizado por seres humanos, inmigrantes que saben que la sociedad opulenta a la que quieren llegar abre sus puertas a los extranjeros ricos, pero que ellos serán percibidos como una amenaza.

Consolidado el desequilibrio económico, planteado tal estado de necesidad, resulta muy difícil lograr un sistema de vigilancia que no sea burlado. El desarrollo económico y la democracia representativa en los países de origen es la única respuesta para estas personas, pero eso supone una redistribución de la riqueza mundial que muy pocos en Europa estaríamos dispuestos a aceptar.