VIOLENCIA MACHISTA

Les toca a los hombres

Marta Costa // Plasencia

El pasado viernes estaba escuchando la radio y me sorprendió que antes de las ocho ya habían dicho 27 veces Black Friday. Descuentos, descuentos y más descuentos. Una semana antes ya estaban los escaparates de las tiendas con el color negro, números y porcentajes. Pero todo esto me hace pensar. Si una tradición que viene de EEUU llega a movilizar a tantas personas, ¿por qué no se hace la misma campaña para la lucha contra la violencia machista? Ningún cartel por la calle ni nada que te lo recuerde. Simplemente hay un día como el 25 de noviembre para que algunas mujeres pongan de manifiesto lo que está pasando. Y digo mujeres, porque ellas son las únicas que se hacen escuchar. No es justo. Los hombres también han de manifestarse. Por las madres, abuelas, hermanas, amigas o mujeres que en algún momento de su vida pueden haber sufrido esta violencia. Ahora les toca a ellos salir a la calle. Las mujeres ya estamos más que concienciadas.

Contaminación

El cambio climático

Mireia Ballester // Cáceres

Nos estamos cargando el mundo, no somos conscientes, pero lo estamos haciendo. El volcán Agung no entraba en erupción desde 1963 y en el 2017 vuelve a entrar en acción y pone en riesgo la vida de muchísimas personas. El año de las máscaras y la contaminación, de los excesos y de la inconsciencia. Este es el único planeta donde podemos vivir todos, este es el planeta que tenemos que cuidar, dejémonos de egoísmos, de querer movernos siempre con nuestro propio coche, mejoremos las líneas de comunicación de los transportes públicos y luchemos contra la contaminación para frenar el cambio climático.

MISOFONÍA

«No soy tiquismiquis»

Ainhoa García // Madrid

Los misofónicos sufrimos cuando oímos sonidos recurrentes y constantes que para los demás pueden pasar desapercibidos. Mascar chicle, el tic-tac del reloj, el golpear el bolígrafo sobre la mesa... La mayoría de la gente cree que los que sufrimos este trastorno somos unos tiquismiquis y unos paranoicos, pero la realidad es que lo pasamos realmente mal cuando nos encontramos expuestos a este tipo de sonidos. Es difícil tener que irte del salón cuando oyes a tu compañera de piso morderse las uñas, o cuando está comiendo pan tostado, entre otras muchas cosas. No considero que la misofonía sea un problema grave, pero sí que la manera en que nos afecta lo es. Sabemos que nuestra reacción a estos ruidos es desproporcionada, pero no podemos evitarlo y esto nos perjudica, sobre todo a nivel social.