Agradecimiento a lasanidad extremeña

Soy la viuda de don Rafael Merino Torrado y escribo estas líneas para expresar mi agradecimiento a toda la sanidad extremeña: médicos, ATS, celadores y a todos en general de los hospitales de Zafra y del Infanta Cristina de Badajoz, en particular a la séptima planta de Digestivo y segunda planta de Medicina Interna, ya que a lo largo de la enfermedad mi marido ha recibido muchas atenciones y cuidados y también yo, su esposa, he recibido el calor humano que tanto se necesita en esos momentos.

Además, agradezco al médico de cabecera del centro de salud, Juan Enrique Peña, que ha estado atento a la enfermedad de mi marido y a todo el personal del centro de salud de esta localidad, hasta el fallecimiento de mi esposo, Rafael Merino Torrado, el pasado día 28 de diciembre de 2002.

MARIA JIMENEZ CALVO

La leyque viene

Próximamente la Asamblea de Extremadura debatirá, y si procede, aprobará el anteproyecto de la Ley de la Convivencia y el Ocio. El camino recorrido ha sido largo y la Junta de Extremadura, mediante foros, debates, encuestas, etcétera, ha pretendido que los sectores implicados pudieran intervenir en un tema que nos atañe a todos, como es el llamado ´botellón´. A la mayoría de los extremeños nos afecta el tema, en cualquiera de sus vertientes: algunos vecinos sufren las consecuencias de los ruidos y de la suciedad que provoca. Otros, sin embargo, lo ven desde el punto de vista de los jóvenes, cuya participación en el ´botellón´ ha descendido hasta los 13 años. Otros lo pueden ver como un fenómeno social, una nueva forma de diversión y de ocio.

En mi opinión, si se trata de aceptar una nueva forma de ocio y de que los jóvenes se reúnan y diviertan de manera diferente a como lo hicimos los de generaciones anteriores, no hay nada que objetar. Todos los respetos, siempre, claro está, que nadie resulte perjudicado. Respeto por respeto.

Pero el tema de los menores es el que más me preocupa. A pesar de que la Ley 4/1997 prohíbe la venta de alcohol a menores, todos sabemos que algunas grandes superficies, supermercados, tiendas de conveniencia, fiestas light, etcétera, ignoran tal prohibición. Del mismo modo, y esto es mucho más grave, los que tienen la obligación de vigilar su cumplimiento, en muchos casos, miran hacia otro lado.

No aceptamos que un menor sea objeto de agresión, nos subleva y denunciamos actitudes que supongan agresión física, psíquica o sexual contra nuestros semejantes, especialmente si son menores; se movilizan todos los medios necesarios (servicios sanitarios, policía, jueces, servicios sociales, etcétera) para neutralizar el hecho y evitar que vuelva a producirse.

Y, ¿por qué cuando venden alcohol a menores no reaccionamos de la misma manera? ¿Acaso no es una agresión vender alcohol a un menor? Vemos pasivamente, durante los cada vez más largos fines de semana, los finales de trimestre... a menores comprando alcohol y no nos sublevamos, no denunciamos, ni siquiera nos escandalizamos. Consentimos esa situación a pesar de que una norma lo prohíbe y además con rango de ley.

La salud de los más vulnerables es un asunto muy serio. Está en juego la salud de nuestros hijos porque su cuerpo se está formando y la ingesta de alcohol puede ser tan perjudicial como tomar veneno. Por otro lado, el alcohol se convierte en objetivo de su ocio. ¿Solucionará la nueva ley esta problemática? Por sí sola, seguro que no. Puede que la respuesta esté en crearnos la misma conciencia para este problema que para las otras agresiones a menores. Cumplamos todos con nuestra obligación: los padres, conduciendo a nuestros hijos hasta su mayoría de edad en las mejores condiciones; los enseñantes, aplicando efectivamente programas de educación para la salud; los policías vigilando con celo para que se cumplan las leyes; los políticos ideando políticas que diseñen ciudades y pueblos también para los jóvenes, aunque no voten; las asociaciones, como tejido social, promoviendo alternativas cercanas a la realidad.

Y todos actuando como si los destinatarios de estos trabajos fueran nuestros propios hijos.

HILARIO VALLE PARRA, presidentede APOYAT. Villanueva de la Serena