Un trennuevo

Meses atrás y en este mismo diario publiqué las incidencias de un lamentable viaje desde Don Benito a Tarragona, que unido a circunstancias casuales y de técnicas de locomoción, hicieron que el viaje en Renfe fuera un verdadero suplicio y que ha culminado en un desenlace, a todas luces exitoso para Extremadura, protagonizado desde Don Benito tras unos contactos escritos y telefónicos con los máximos responsables de los servicios centrales de esta mercantil.

Debido a unas deficiencias técnicas de confort, formalizo la denuncia en la estación tarraconense con la intención de publicar lo acontecido, que así efectuado, envío los recortes de prensa a la estación de Tarragona, a la de Badajoz y al máximo órgano de Renfe, cuyo presidente, señor Corsino, me dirige escrito oficial en el que me presenta su más sincera disculpa por el desarrollo de un viaje sin las condiciones previstas e indica las indagaciones previas a fin de que los responsables del departamento que gestiona el tren, protagonista del viaje, adopten medidas correctoras que garanticen un adecuado nivel de calidad. El otro presidente, el de la Junta de Extremadura, felicita la iniciativa a la vez que muestra su incompetencia en esta mercantil.

Yo creí que al García Lorca se le iba a proveer de unos arreglitos de esos a los que estamos acostumbrados los extremeños; apañitos tradicionales que, en otros tiempos nos inculcaron nuestros mayores, motivados por las más elementales carencias. Siempre hemos envidiado la confortabilidad de esos ómnibus, rápidos, talgos, aves y otros trenes que anuncian la musiquilla megafónica de la próxima estación, sacudiendo a los viajeros somnolientos.

En reciente viaje a Tarragona, me propuse comprobar qué ha cambiado este tren Badajoz-Barcelona. Han puesto un nuevo tren. Un rápido Arco que huele a nuevo todo él, dotado de un extraordinario confort que nos recuerda mucho a los coches de las regiones más progres del país. A tanto no llegaba el contenido del escrito del presidente de Renfe, pero hay que presumir que las medidas correctoras tenían la idea de cambiar un tren que olía a tercera edad y al que le crujían todos sus huesos metálicos. Ha sido una sorpresa, motivada por unos escritos públicos que, recortados, fueron enviados por un viajero de Don Benito a los máximos responsables de Renfe que, muy certeramente, han corregido --en parte-- unas deficiencias de locomoción.

¡Señor presidente de Renfe!, termine usted de hacer un buen trabajo. Ponga en su nuevo tren café-bar, música, televisión, la musiquilla megafónica..., pero desde el mismo Badajoz y no desde Alcázar de San Juan. Es un derecho de los extremeños y se lo vamos a agradecer eligiendo este tipo de locomoción.

JUAN J. LOZANO SANTO. Don Benito

Estése quieto,señor concejal

Soy usuario diario del Parque de la Isla desde hace más de diez años. La he visto transformarse, unas veces con más acierto, otras con menos, podría escribir un libro con los actos de vandalismo que he presenciado y más de una vez he acudido a los medios de comunicación pidiendo que ya que este ayuntamiento era incapaz de cuidar el parque, que al menos lo cerrara para evitar su deterioro. Se ha hecho, pero insuficientemente y mal, como casi siempre.

Ahora, el desventurado concejal de Parques y Jardines está perpetrando, si nadie lo remedia, un nuevo atentado en la Isla: la construcción de un quiosco de información turística. Sí, han leído bien, una oficina de información. Yo les aseguro que, en los años de uso del parque jamás, repito, jamás, se me ha acercado nadie en solicitud de información de ningún tipo. ¿No estaremos pensando en colocar a algún amiguete o afín al partido en el mencionado quiosco?, porque otra cosa no se me ocurre.

Dado que la concejalía a la que me he referido es incapaz de mantener limpio y decente el parque (actualmente el río chico es un vertedero), y se permite salir a la prensa soltando estupideces tales como: en Plasencia no tenemos problemas con las defecaciones de los perros en los parques (refiriéndose a la prohibición establecida en Cáceres de acceder los canes al Parque del Príncipe), ya que tenemos zonas asignadas a ellos. Las zonas existen, pero no se utilizan, y si frecuentara el lugar, no se pondría en evidencia con esas manifestaciones. Por todo ello me permito, en nombre de la parte del sueldo que le pago con mis impuestos, hacerle una petición que trataré de que sea definitiva el próximo día 25 de mayo: estése quieto, no haga nada. Limítese a pasear, duerma la siesta, lea, en fin, distráigase. Plasencia y su patrimonio se lo agradecerán. Y yo, el primero.

LUIS FERNANDO LOPEZ LOPEZ

Plasencia

Rebajas para todos losgustos y bolsillos

Al igual que en el antiquísimo tópico que decía que todos los ríos van a parar a la mar, un año más llegan las rebajas. Regocijo y felicidad para todo el mundo, ¡bieeen! Alegría a raudales se respira en las tiendas y centros comerciales. Por si no había sido poco el derroche navideño, siempre nos quedan estos días de redención de nuestros pecados, aún podemos gastar libremente lo poco que nos quedaba en los bolsillos.

Lo del tópico lo decía porque, al llegar estas fechas, al fin llega la cohesión social tan difícil de conseguir.

Mujeres, hombres, niños de todas las clases y condiciones se igualan por unas horas, se sienten semejantes en todo, ninguno tiene más derecho que otro, aquí no hay injusticia: ¡Vivan las rebajas! Aunque por otro lado nos convertimos en enemigos: hay que buscar la prenda deseada, de la talla requerida y al mínimo precio (difícil combinación). Esta es la causa de que lleguen las desconfianzas, los empujones, los nervios, codazos y miradas intimidantes a todo el que se te cruce por delante, no vaya a ser que te pise tu ganga.

¿Pero España no iba muy bien? Yo me pregunto. Por qué carajo entonces necesita la gente ahorrarse un miserable porcentaje en agobiantes maratones de compras. No sé, no sé, a lo mejor es sólo un ritual, sino no lo comprendo, en un país tan desarrollado como éste. Da igual que la economía y la bolsa estén por las nubes o que haya una recesión (así parecen llamarse ahora las crisis) las rebajas siempre funcionan. ¡Benditas rebajas!

No es un auténtico disfrute pararse un momento a observar cómo retozan entre tienda y tienda, entre pantalones, camisas y etiquetas las gentes felices del país, cómo ríen y cómo lloran.

Y es que hacen aflorar nuestros más hondos sentimientos, sí. Y consiguen que miles de fotógrafos, al fin, nos hagan aparecer en portada de los periódicos y telediarios, qué grandes afortunados somos, personas normales como nosotros, míseros mortales.

Un nuevo grito, al fin, une a las masas: proletarios del mundo uníos y dad gracias a las rebajas.

LUIS DAVID RIVERO MORENO.

Cáceres