Nuestro olvidoa los saharauis

Estos días asistimos al debate sobre la reforma del Código Civil que entró en vigor el pasado 9 de enero, relativa a la adquisición de la nacionalidad española por los hijos de aquéllos (o por aquellos mismos) que un día la perdieron por diversas causas.

Después de tantos días de análisis, con estupor observo que nadie se ha acordado de mencionar, como potenciales candidatos a obtener la nacionalidad española, a los más de 200.000 saharauis que están refugiados en el desierto o todos aquéllos que siguen en territorios ocupados sometidos a los deseos anexionistas del país vecino. Saharauis que pertenecieron a la provincia número cincuenta y tres española y que perdieron nuestra nacionalidad porque entendieron que su deber era luchar por su libertad y no someterse a quien, aún hoy, pretende apropiarse de su territorio. Saharauis que, al no ser reconocidos como estado por nosotros, no tienen nacionalidad alguna, o se han cogido una prestada hasta que la justicia les devuelva la tierra y puedan tener nacionalidad propia.

Ellos, todos los que fueron recogidos en el famoso censo español (tan cuestionado por Marruecos) y sus hijos, tienen derecho a la nacionalidad española, sin pérdida de su derecho a obtener, en su día (y compatibles ambas), la nacionalidad saharaui.

Si España hoy necesita inmigrantes, la nueva reforma del Código Civil nos ofrece la posibilidad de compensar, al menos en parte, el olvido en que nuestros sucesivos gobiernos han venido teniendo al pueblo saharaui estos últimos veintisiete años.

JACINTO CUÑO BARRIGA. Alcántara

Farmaciasen Las Hurdes

Somos muchos los que nos preguntamos si es legal lo que ocurre en las guardias de las farmacias en Las Hurdes.

En las pasadas vacaciones navideñas tuve que acudir, por la noche, a por un medicamento para un familiar. La farmacia más cercana era la de Pinofranqueado, a unos 30 kilómetros de donde me encontraba, y todo ello por carreteras de montañas, que tienen tramos completamente helados en el invierno.

Por suerte, unos vecinos tenían el mismo medicamento y aguardé hasta el día siguiente. Pero me dijeron que, en cierta ocasión, les tocó acudir de noche a dicha farmacia de Pinofranqueado y se encontraron con un cartel que ponía algo así como: "Acuda usted a la calle tal, número tal, teléfono tal". ¿Cómo es posible que a las tantas de la noche se permitan tales carteles, cuando muchos de los que acuden son forasteros y desconocen el pueblo? Nos contaban que los farmacéuticos duermen encima de la farmacia, pero que tienen a una chica encargada de las guardias, y la dirección de la vivienda familiar de ésta es la que aparece en el escaparate de la farmacia.

¿Es posible que la ley autorice estas guardias farmacéuticas a tantos kilómetros de distancia y encima en una zona montañosa? ¿Hay derecho a que una farmacia que esté de guardia envíe al que acude con las recetas a un domicilio particular? Por favor, con la vida de los enfermos no se juega. Suponemos que aquí tendrá algo que decir la Consejería de Sanidad.

BEGOÑA SANCHEZ DEL BARCO. Avila