CIUDAD DEPORTIVA DE MERIDA

Las instalacionespúblicas al servicio privado

Juan C. González Pérez

Mérida

Cómo pueden utilizarse instalaciones públicas al servicio de entidades privadas. En la ciudad deportiva de Mérida, por orden de la dirección, se cierran el vestuario general número 7 con más de cien taquillas y el vestuario número 43, para la plantilla y cuerpo técnico respectivamente, cada día que el club polideportivo Imperio de Mérida tiene sesión de entrenamiento. ¿Por qué habiendo taquillas con cerradura y capacidad para cubrir las actividades al descubierto, se cierra completamente esta instalación? No pueden convivir todos en el mismo vestuario, usuarios y jugadores del club. Esta situación obliga a utilizar un vestuario en la zona de pistas, sin taquillas y de la capacidad del utilizado por el cuerpo técnico del imperio, para todas los usuarios que estén utilizando cualquier disciplina fuera de los pabellones (atletismo, pádel, tenis, fútbol, etcétera).

CONGELACION DE SUELDOS

Filantropía demencial

Angel Morillo Triviño

Castuera

Está en todos los periódicos desde hace unos días: La solución psicológica --la otra solución, la de verdad, llegará sola-- de la crisis de los de siempre que hay crisis es la congelación salarial de políticos y altos cargos de todas las administraciones e, implícitamente, del círculo sindical.

Congelación de salarios --se va a necesitar mucho hielo-- propuesta por el presidente del Gobierno que, como no podía ser de otra forma, es unánimemente aceptada y apoyada, cómo no, por las ideologías más relevantes, PSOE y PP, y por el sindicalismo perendengue de UGT y CCOO que, como todo el mundo sabe, está secuestrado desde que un expresidente, socialista para más señas, se sacó de la manga la formación no reglada sine qua non para financiar su canonjía.

En mi más modesta opinión, esta machada o, dicho más cabalmente, desvergüenza, merece que los ciudadanos realmente afectados por la crisis no nos callemos. Sobre todo porque es axiomático que nos toman por estúpidos (el que suscribe les devolverá el cumplido cuando haya elecciones) y eso, de verdad, es muy deplorable por su parte.

Decir que no se van a subir el sueldo los que ganan en torno a los 100.000 euros de media al año (los únicos trabajadores que se ponen el sueldo que quieren) en un país donde la medía salarial de los demás trabajadores --que no pueden beber whisky mientras trabajan-- apenas llega a los 20.000 euros y decirlo señores diputados y eurodiputados que compatibilizan su sueldo con la pensión de exministro o exalto cargo que está entre 5.000 y 6.200 euros/mes (¡qué no dirían estos si a un obrero le siguieran pagando el paro después de encontrar trabajo!) no sólo es de una auténtica filantropía demencial, sino que supone, además, una degeneración democrática, porque la mayoría de los filántropos ocasionales llevan años y años sin respetar el IPC (manipulado, con seguridad y para más inri) que les exigen al resto de trabajadores y subiéndose en cada ocasión que se les antoja o la coyuntura lo requiere el 20%. Para colmo, gozan de un sinfín de privilegios y, lo peor y más ruinoso, son muchos más de los necesarios.

Es, se mire como se mire, muy difícil digerir su más que dudoso predicamento.

CIUDADES SIN COCHES

Es posible lograruna ciudad habitable

Pedro Serrano

Correo electrónico

Es posible lograr una ciudad habitable. Imaginen su ciudad sin coches en calles y aceras. Imaginen un transporte público abundante, cómodo, ágil y no contaminante. Imaginen el espacio de las calles, ahora destinado a aparcamiento, lleno de flores y arbustos. Imaginen esa ciudad pulcra, sin ruidos y con el aire limpio para respirar. No es una utopía, esta ciudad imaginaria podemos lograrla; sólo necesitamos más voluntad política y ciudadana.

En muchas ciudades ya se ha llegado a una situación crítica. Los coches han invadido literalmente las ciudades, han usurpado el espacio a los ciudadanos y convertido las ciudades en lugares intransitables, insalubres e inhabitables. Por mucho que nos disguste, la cultura del coche privado para todo y para todos es insostenible.

Ha llegado la hora de expulsar a los coches de las ciudades; de promover y utilizar el transporte público y la bicicleta; de recuperar el espacio urbano para el uso y disfrute de sus habitantes y visitantes; de conseguir una habitabilidad de las ciudades más acorde con las necesidades y salud de sus habitantes. Ha llegado el momento, en fin, de pasar de los lamentos a la acción.