Ojalá aprendamos lalección del fuego

Soy uno de los tres bomberos de la Diputación Provincial de Cáceres (SEPEI) que llegaron a Valencia de Alcántara sobre las 14 horas del pasado domingo día 3 de agosto. Creo que es mi deber empezar pidiendo perdón a todos los habitantes de esa comarca porque, personalmente, creo no hemos podido estar a la altura de las circunstancias. Comprendo que estas pocas letras de nada van a servirles, pero es lo único que puedo ofrecerles. Y lo hago de corazón, como también les digo, de corazón, que ojalá aprendamos todos la lección para que nada de esto se vuelva a repetir. Quiero decir con esto, que ayer fue un incendio forestal el que nos ha demostrado que algo ha fallado; pero mañana puede ser otro accidente de autobús el que requiera de nuestra intervención (bomberos, sanitarios, etcétera) urgente e inmediata. Pero nosotros, los bomberos, seguiremos estando en Cáceres, es decir, a más de 90 kilómetros de distancia, o lo que es lo mismo, a más de una hora de camino. Si pensamos que la variable tiempo juega siempre en nuestra contra, comprenderán ustedes que hoy estemos llorando la pérdida de nuestro entorno natural, pero que mañana podemos estar llorando la pérdida de vidas humanas, que nunca nadie podría devolvernos.

De esa negra jornada guardo buenos recuerdos que, igualmente, me obligan a agradecer la imprescindible ayuda prestada por un vecino de Las Huertas, Alberto, que desde el primer momento y hasta que finalizamos nuestra labor sobre las cinco de la madrugada, estuvo trabajando con nosotros codo con codo como el que más; a las solidarias trabajadoras del asilo de Valencia de Alcántara, que nos abastecieron de comida y bebidas para continuar con nuestra labor, y también a Pilar, agente forestal, que junto con la dotación del Pegaso colaboramos en todo lo que pudimos.

Hemos perdido esta batalla, pero deberíamos pensar que es responsabilidad de todos (políticos y no políticos), que esta derrota no vuelva a repetirse nunca más.

FELIPE FERNANDEZ GOMEZ. Cáceres

Una comarcaextremeña que llora

He llorado junto a otros hombres curtidos por el sol y fuertes como los robles que se ha llevado el fuego. Pero es cierto que es más hombre el que llora que aquél que pega a una mujer.

La tragedia se ha cebado sobre una buena parte de Extremadura. La zona de Valencia de Alcántara, con su incomparable campiña, ha sufrido incendios devastadores durante tres interminables días, con sus noches incluidas.

Estamos sumidos en un antes y un después. Había unos caseríos que eran el orgullo y el pulmón del pueblo, con una naturaleza viva y autóctona de castaños legendarios, encinas, alcornoques, olivos y un bosque de pinares.

Ahora nos queda una negra lava como si de un volcán se tratara, que ha vomitado por su cráter toda su maldad.

Cuando desgraciadamente sucedió el caso del Prestige en Galicia, toda España se volcó con ella, demostrando que la solidaridad la llevamos los españoles por bandera. Allá fueron también muchos extremeños a dejarse las uñas sacando chapapote. Ahora, como primera medida, nosotros también necesitamos apoyo para limpiar los campos de esa ceniza negra que nos invade... y a renglón seguido, sin demora de tiempo, que la Administración regional y la estatal hagan el resto, suministrando la ayuda económica necesaria para levantar esta comarca al igual que se hizo con Galicia. No pedimos más ni menos, es lo justo y lo que esperan todos los damnificados, que se han quedado sin su ganado y sin sus tierras para vivir. Gracias anticipadas.

PACO SANCHEZ OTONValencia de Alcántara