A mi amigofray Antonio Corredor

Le conocí hace muchos años y siempre me encantó hablar con usted. Sus charlas, tan bonitas sobre la fe y devoción hacia nuestra Virgen de la Montaña, a San Pedro de Alcántara..., fueron tantas cosas las que aprendí a su lado, que cuando se marchaba me quedaba pensando qué hombre más sabio, qué paz es capaz de transmitir.

Durante mucho tiempo nos veíamos casi a diario y siempre aparecía con algún regalo que compartía con mis compañeros de trabajo: un libro, una estampa, sus inconfundibles caramelos de piñones.

Verle entrar por las mañanas en la oficina, siempre con el semblante amable, siempre con su hábito de francisco hiciera frío o calor. También recuerdo cuando iba a verle a su despacho, tan humilde como usted. Conservo los libros escritos por usted que me regalaba con la dedicatoria "a mi amigo Juan". Los guardaré siempre con todo cariño, sus páginas están escritas con tanta sabiduría, con tanto amor a los demás...

Querido padre, ahora me despido, pero sé que estará en el cielo junto a la Virgen María, a la que tanto adoraba. Le pido que nos proteja, como siempre hizo, a mi familia y a su amigo Juan, que le tiene en su memoria.

JUAN SANCHEZ GARCIA. Cáceres

¡Qué triste fueesta madrugada!

...por dónde empezar; o mejor por qué empezar. ¿De dónde la necesidad de dar un abrazo público al amigo que nos dejó una triste madrugada? ¿Cómo es posible sentir alegría por la muerte de un ser querido? A cuenta de qué la pertinaz pregunta: ¿Por qué tuvo que tocarle a él?

Aún no se nos ha quitado la congoja y ya sentimos la necesidad de conversar contigo, de escuchar tu discurso, de disfrutar tu fino humor, de aprender de tu inquietud y, últimamente, por desgracia, de sufrir en silencio.

Ya no volveremos a oír ese silbido familiar que advertía de tu presencia; que anunciaba la llegada del vecino, del compañero, del amigo, del hermano; era tu seña de identidad, la de un músico cuya mejor interpretación tenía sólo seis notas y la regalaba a diario a los suyos.

En fin, Curro, recuerda que "a mano derecha / según se va al cielo / verás un tablao / que montó Frascuelo / en donde por las noches / p´a las buenas almas / el Currito ´El Palmo´ / sigue dando palmas". Para un rato y échale una mano, ahora que puedes. Hasta siempre, amigo.

ENRIQUE ACHE. Cáceres

He ahí el quidde la cuestión

Analizaba el presidente de la Junta la situación de nuestra tierra en el ránking económico de España y se preguntaba: ¿De dónde partíamos? Sinceramente, creo que ése es el quid de la cuestión. En Extremadura, igual que en la mayoría de las regiones españolas, pero más acentuado, se partía de una situación deprimida ocasionada por el golpe de estado incivil y cruento y el posterior exterminio de miles de ciudadanos.

Esta situación postbélica dura en nuestra tierra prácticamente hasta la muerte del dictador. Durante esos 40 y muchos años de inmovilismo y caciquismo, la estructura económica de los pueblos extremeños sabemos cómo era. Cuatro o cinco ricos en cada pueblo que tenían de jornaleros a unas cuantas familias que, en algunos casos, tenían que pagar ignominiosos tributos. Al resto del personal sólo le quedaba el exilio o la emigración, que para el caso es lo mismo. Esto que acabo de relatar como causa primera, desde luego no es causa última, tendríamos que hablar de la aparición y persistencia del latifundio o en manos de quiénes están ahora las tierras comunales de muchos de nuestros pueblos. Con esto creo que es suficiente para definir lo que se encuentra el PSOE cuando llega al gobierno: una Extremadura saqueada en lo material y desmoralizada en lo humano (Aranguren). Recientemente, el presidente Lula afirma: "Siempre se había creído capaz de hacer posible lo que otros pensaban que era imposible". Salvando las distancias, a sabiendas de que Brasil no es Extremadura ni el presidente brasileño el extremeño, sí me atrevo a afirmar que lo ocurrido en Extremadura por la acción directa de la administración socialista, con el presidente a la cabeza, parece imposible. De una tierra postrada y de un pueblo desesperanzado hemos pasado a poder creer en la esperanza.

DEMETRIO RUIZ SANCHEZ. Badajoz