El pelotazopolítico en Plasencia

Los que nos precedieron en el uso y habitación de esta ciudad, en los tiempos de Alfonso VIII, vivieron felizmente durante siglos, sin meterse con nadie y sin que hubiera mayores sobresaltos hasta que los pilló el lobo, es decir, aquéllos de los que descendemos. Era una sociedad, según y cómo, por lo poco que conocemos y dentro de lo que cabe, más bien a rachas, permisiva, dialogante y relajada, a la cual pretende parecerse ésta que poblamos.

Particularmente me llama la atención una loable institución de aquella época, la de los gandules. Eran éstos, jovencitos ociosos enrolados en milicias populares que se encargaban de vigilar las entradas de las ciudades para avisar de la posible llegada de tropas hostiles. No sabemos si se trataba de una alternativa a la Ley de Calidad, al botellón o a la movida nocturna, pero debió surtir efectos, y aparte de entretener a esta juventud siempre conflictiva, los preparaba para adquirir sentido de responsabilidad o quizá para seguir dependiendo de sus padres sine die .

Pero hay otra cuestión que más se asimila a cualquier época. Venía el otro día un chiste en el periódico que hablaba del "hombre como lobby del hombre". En cualquier régimen político, auto o democrático, conservador o progresista, se suele dar un fenómeno incontestable: el poder económico siempre tiende a ocupar parcelas cada vez más extensas del poder político. Pero tampoco pasa nada, porque estamos en época de gigantes, cabezudos, avispados tránsfugas, inestables y algún que otra paraca practicante del amiguismo selectivo del transfuguismo, que tanto encandilan en estas ocasiones a los que afanan y pretenden un puesto político de poder. No se puede negar el oportunismo de estos hábiles confabuladores, que administran sabiamente tales apetencias, no dejan de ser vulgares practicantes del pelotazo y tentetieso, que extrapolan sus creencias hasta una confianza ciega en el becerro de oro. Me pregunto: ¿A quién representan los tránsfugas? De aquéllos guardaremos siempre la memoria de una civilización que alumbró grandes poetas, magníficos guerreros, nobles mecenas y esforzados hijos del pueblo. De nosotros, ¿quién hablará de nosotros, amigo mío?

JAIME SERRANO ALMENDRAL

Carta de unmoroso municipal

Señor alcalde: yo soy un moroso del ayuntamiento cacereño, pero del Impuesto de Rodaje de mi vehículo, por una causa fuera de mi voluntad. Arregle primero los baches de las calles. Porque, ¿quién me paga las facturas de mi vehículo? Porque una y otra vez nos metemos en el bache y un día tras otro el vehículo se estropea. Me han mandado ustedes una carta de embargo, y yo le digo: señor alcalde embárguese usted en arreglar las calles y verá cómo los contribuyentes pagan religiosamente.

R.N.A. Cáceres

Elecciones del 25de mayo pasado

Con relación a la carta del señor Antonio Cerezo Cabezas, en la cual dice sobre sí mismo ser honesto, honrado y decente empresario-pintor, recordarle que aquí nos conocemos todos y que las mentiras tienen las patas muy cortas, porque si llamamos honradez a pintar todo el pueblo por estar más o menos del lado del PP, quien por entonces gobernaba nuestra ciudad, podemos llamar así honradez a cualquier cosa.

Usted que ha declarado personalmente que los votantes socialistas lo hacían por conseguir puestos de trabajo, cómo explica que su señora haya trabajado los últimos ocho años en la finca municipal, en la que hay que pegarse por entrar. También le recuerdo que el día de las elecciones, una compañera suya, se dedicó a repartir bolsas de café y leche para ver si algún incauto cambiaba su voto. Es que para ser de derechas, lo dice uno que no lo es ni de cerca, hay que tener más clase o más privilegios de los que usted o su compañera (me refiero a la comedora de bananas) tienen entre los dos juntos.

El quiero y no puedo que practica, señor Cabezas, no le da derecho a increpar e insultar a los militantes de otros partidos políticos que, por el contrario a lo que usted piensa, sí son honrados, con ideales y además obreros y no empresarios como manifiesta en determinadas cartas a los medios de comunicación. De lo que sí puede estar seguro es que nadie del partido socialista intentaría cambiar voluntades por jamones, y es que tenemos, los de izquierdas y los de derechas, un concepto muy diferente de lo que es la honradez, así nos fuimos a la oposición habiendo ganado las elecciones por no ser partícipes de un chantaje político. Sin embargo, ustedes aguantaron destrozando Villanueva contra viento y marea.

PEDRO GIL RODRIGUEZ

Villanueva de la Serena