ATENTADOS

La espiral de terror

Martín Sagrera

Madrid

En Francia tuve mis primeros amores, me liberé de una secta destructiva y recibí mis principales títulos universitarios. Soy, pues, un afrancesado , es decir, un europeizado. Y, como los asistentes al estadio de Francia, canté emocionado La Marsellesa el 13N. Pero después recordé también a la "diosa Razón" y, la "Libertad, Igualdad, Fraternidad", que temperaron las pasiones avivadas por esa marcha guerrera.

No existe un acto gratuito, ni una maldad absoluta. La verdad no habita en una sola casa. La Marsellesa se escribió para luchar contra quienes invadían Francia, lo que difícilmente se puede atribuir a un puñado de terroristas. Es verdad que mataron a más de cien personas, pero en Siria han muerto más de 300.000, más de dos mil veces más, en parte con armas y apoyos franceses y de sus aliados. "La primera víctima de una guerra es la verdad". Y esta guerra empezó, como sabemos, hace más de cinco años, y no sólo en Siria. Y las medidas extremas propuestas por el presidente francés, y tan criticadas con razón en la misma Francia, intentan recortar más derechos y libertades incluso en su país de lo que podrían conseguir sus enemigos que, como en EEUU y otros países tras el 11S, pueden reclamar haber conseguido así una gran victoria. La espiral del terror no hace sino hacer un mundo cada vez más inhabitable.

PARIS

Después de la masacre

Pedro Serrano

Valladolid

En algún lugar recóndito del cerebro todos llevamos material explosivo que, estimulado convenientemente con detonante ideológico o religioso por predicadores iluminados, puede causar estragos personales y sociales. Cuando una idea maligna es inoculada en ese lugar misterioso del cerebro, el raciocinio es aniquilado y, como consecuencia, el individuo se convierte en un monstruo al servicio de dicha idea. Y en monstruos sanguinarios se convierten los conversos que abrazan los postulados ideológicos y religiosos del Estado Islámico para luego atentar brutalmente, como lo han hecho recientemente en París matando a diestro y siniestro teledirigidos por una idea enfermiza y perversa. Pero, dicho lo anterior, ahora, después de la masacre, la solución al terrorismo del ISIS no pasa por la venganza como, de forma poco inteligente y sensata, está haciendo el presidente Hollande en colaboración con Estados Unidos; pues, la venganza, no hará sino generar más violencia y entrar en una espiral de terror interminable. Ahora hay que preguntarse si la proliferación de este tipo de ideas extremistas tienen su caldo de cultivo en la marginación social; si el odio que los terroristas profesan a Occidente podría tener su origen en las políticas aplicadas en Oriente Próximo por EEUU y Europa.