PASIVIDAD EN ESPAÑA

Donald Trump y otros asuntos de casa

Samuel Canales Corchado

Cáceres

Me sorprende sobremanera como mis conciudadanos, los españoles, comentamos y criticamos muy vehementemente, con razón o sin ella, las formas y decisiones de un gobernante elegido en el país con el sistema democrático más antiguo del mundo. Más de doscientos años sin interrupción.

Es lógico y necesario que la gente manifieste sus opiniones sobre las medidas políticas tomadas en el país más importante del planeta, ya sabrán que me refiero a los Estados Unidos También es comprensible que a los españoles no nos gusten las formas que pudieran parecernos groseras e insolentes del presidente de un país tan importante.

Todas estas cuestiones se vienen manifestando últimamente en el foro del pueblo, que es la barra del bar, precisamente el lugar donde los íberos nos explayamos con naturalidad y contundencia, que para eso ese es el escaño de la calle.

Y digo que me sorprende todo esto, porque a la vez que criticamos lo que ocurre en un país extranjero aunque eso tenga incidencia en todo el mundo, sin embargo permanecemos impasibles con un tema que nos atañe de lleno como es el proceso separatista Catalán.

Creo que la pasividad con la que el resto de España consideramos esta amenaza es un síntoma singular que deberíamos hacernos mirar.

Por otra parte, la tibieza con la que el gobierno de la nación responde a estas afrentas y, sobre todo, cuando se le pregunta por la aplicación del artículo 155 de la Constitución si fuese necesario, es una actitud que ofende a una gran parte de los Españoles que creemos en la unidad de España.

La mesura y la prudencia son virtudes a tener en cuenta en todas las declaraciones que el gobierno realice sobre este tema, pero no lo es menos un lenguaje claro y conciso y alejado de ambigüedades para «que nadie se llame a engaños».