UNA OPCIÓN

La maternidad subrogada

María Luisa Ortiz

Azuaga (Badajoz)

Y ¿por qué no? También se trata de un acto de generosidad. Una pareja desea tener un hijo, no puede y recurre a una mujer que sí puede. Resulta así de sencillo, lo demás es humo y deseos de enredar, como decimos en Extremadura. Otra cosa es tratar de evitar el mercadeo y para eso el Gobierno debe establecer las normas necesarias para evitarlo. Por cierto, y hacerlas cumplir, que tal vez sea lo más difícil.

RELACIONES

Mariano Rajoy sí dialoga con Donald Trump

Ramon Masagué

Barcelona

Mariano Rajoy tuvo una conversación telefónica de 15 minutos con Donald Trump y se ofreció como interlocutor entre la América Latina, Oriente Próximo y el Magreb, aunque la charla fue entre el presidente de Estados Unidos y el intérprete de La Moncloa.

Mariano Rajoy, en cambio, no quiere dialogar para nada con Cataluña con el asunto del referéndum. Para este cometido envía a Soraya Sáenz de Santamaría, a Enric Millo, o las sentencias del Tribunal Constitucional y los juicios innecesarios que se están sucediendo. Esto es no tener ni sentido ni sensibilidad.

¿Cómo puede ofrecerse para este cargo si ya de por sí le encanta estar callado, sin dialogar? Véase cómo alargó su cargo en funciones, dejaba que los demás se pelearan por él y cuando estaban desgastados, entonces no le costaba esfuerzo decir: «Aquí mando yo».

Lo malo viene ahora y es que Mariano Rajoy no es apto para las relaciones internacionales. No tiene don de gentes ni domina idiomas, y en temas diplomáticos es un cero a la izquierda, aunque sea de derechas. Basta recordar una reunión de jefes de los gobiernos europeos del 2016 en la que todos se levantan de la mesa, quizá para hacer un receso, y él permanece sentado sin hablar con nadie, mientras Angela Merkel, François Hollande y Alexis Tsipras conversan animadamente a su lado. A Mariano Rajoy le pagamos entre todos el viaje y los gastos, pero no cumple con sus funciones. El que se sienta representado por políticos de tan bajo nivel, que se lo haga mirar. Algunos son astutos y muy sagaces. Hay otros a los que, como al nuestro, se les ve el percal. Además, lleva consigo la lacra de la corrupción, el incumplimiento de sentencias judiciales del Tribunal Constitucional y de la Unión Europea, así como falsas promesas sin reconocerlo ni renunciar al cargo. Y a esto se le llama falta de ética profesional.