A la liberación del ´Alakrana´ sin disparar un solo tiro ha seguido el fuego graneado en el Congreso, compendio de medias verdades y críticas previsibles que promete oscurecer la gestión y el desenlace del secuestro más que aclararlo. Que el Gobierno cometió errores en las primeras semanas de la captura es poco discutible, pero de eso a asegurar que María Teresa Fernández de la Vega ha cosechado "el mayor fracaso político de toda su carrera", como ha hecho el PP, media un abismo. Que el Gobierno ha dado señales en algún momento de pasividad o desorientación está bastante aceptado, pero que Rajoy aluda sin más a "la incompetencia, la improvisación y la soberbia" del Ejecutivo es más que exagerado. Desde luego, la opinión pública arde en deseos de ser informada de los pormenores del caso, pero, al mismo tiempo, se muestra satisfecha con el resultado final de las gestiones para recuperar al Alakrana. Es posible que todo se pudo haber hecho mejor, pero es más que improbable que se pudiera acabar con el secuestro sin pagar rescate y, desde luego, la vía de la fuerza estaba llena de riesgos para los tripulantes. En cuanto a la duración del caso --47 días-- está por debajo de la media en situaciones similares. Todo esto deben tener en cuenta los grupos de la oposición, que han optado por la artillería de campaña. Y el Gobierno debe aceptar que, aunque ha salido con bien del envite, la secuencia de acontecimientos incluye periodos de sombra en los que se vio superado por los hechos.