El Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol ha tomado medidas pretendidamente ejemplarizantes como consecuencia de la agresión que sufrió el miércoles en el estadio del Betis el entrenador del equipo visitante, el Sevilla, Juande Ramos. Al considerar como falta muy grave tanto el botellazo como el resto de incidentes del partido, que tuvo que suspenderse en el minuto 57, el comité ha ordenado el cierre del Ruiz de Lopera tres partidos y que los minutos no disputados del choque del miércoles, correspondiente a los cuartos de final de la Copa del Rey, se jueguen a puerta cerrada en el campo neutral del Getafe. A la vista de la alarma social producida, la sanción no puede ser calificada como demasiado dura. El castigo se acompaña con la apertura de expediente a los presidentes del Betis y del Sevilla, José León y José María del Nido. Dos circunstancias ponen, sin embargo, en entredicho la efectividad de las medidas. La primera es que aún no ha sido identificado ni detenido el energúmeno que lanzó la botella que dejó inconsciente a Ramos. Y la segunda, que nada se dice del propietario del Betis, Manuel Ruiz de Lopera, máximo responsable del sobrecalentamiento que llevaba el partido antes de disputarse. El Betis ya ha anunciado que recurrirá y que no dudará en acudir a la justicia ordinaria. Pero en cualquier caso, el problema pendiente seguirá siendo abrir una nueva cultura en el fútbol donde no quepan ni los violentos ni quienes --jugadores, técnicos o directivos-- les jalean.