Ignoro en qué funda Cataluña su dignidad. No sé si la guarda bajo el manto de la Virgen de Montserrat, los dedos sangrantes en el escudo de Wifredo el Velloso, la gloria de Jaume el Conqueridor, el triplete del Barça o los papeles recuperados de Salamanca. A lo mejor la esconde entre las cuentas del Palau de la Música honradamente gestionado por Millet, o colgada de la lámpara del Liceu. Puede que esté enterrada en la tumba del Tambor del Brull o en la de Copito de Nieve. Quizá la dejó Carod entre las espinas de su corona o Laporta al enseñar los calzoncillos en el aeropuerto. ¿La representa Tardá cuando exige la cabeza del Borbón o ERC cuando juega con el Rey de España al Joc del Penjat ? Tal vez la dignidad de Cataluña yace en las casas hundidas del barrio del Carmel o en las grietas de sus hogares, charnegos o no. Quizá la dignidad catalana se mida en el dinero despilfarrado en traducir del castellano al castellano, abrir embajadas ilegales, exigir la rotulación en catalán o convocar consultas inconstitucionales. ¿O Cataluña identifica dignidad con la incapacidad genética para reírse de uno mismo, la solemnidad encampanada del nom sagrat de la ciutat de Barcelona o el orgullo maltrecho que demoniza a todos los que afean una actitud que consideran antigua, elitista, rencorosa, acomplejada, insolidaria, victimista, prepotente y ridícula? Hoy no parece que la dignidad catalana se cifre en la independencia de criterio, la libertad para disentir, la valentía para discrepar o la grandeza de ánimo para reconocer que los poderes mediáticos en democracia no deben presionar al Estado. Pregunten a Boadella por los catalanes que discrepan. ¿Qué ha sido de ese pueblo amable, laborioso, ahorrador, sensato, tolerante y libre? ¿Dónde está su seny ? Quiero creer que, mientras Carod, cual llorosa plañidera, clama para que sea delito la sacrílega reacción contra el editorial conjunto, ese pueblo inteligente sigue ahí, silenciado o atónito, mientras sus dirigentes y su prensa parecen confundir dignidad con pensamiento único y confrontación.