Cataluña no tiene arreglo, ni a largo plazo, aunque tenga gobierno legal. Lo comprendí al vivir discrepancias familiares, y malos modos e insultos entre amigos que desde hace muchos años peinan canas, que las heridas que la sociedad catalana se está causando mutuamente, son tan profundas y graves, que serán necesarias varias generaciones para sanar del todo.

Los responsables lo saben, lo viven, qué más da, ellos a lo suyo. No tienen perdón.

Son muchos los años machacando las mismas letanías, «primero Cataluña, después Cataluña, solo Cataluña», «visca», los jóvenes desde que nacieron, no otra televisión ni escuchan otras noticias que las suyas, más peligroso que un lavado de cerebro, afecta los sentimientos, anula la razón, incluso de personas de edad muy avanzada, hasta el extremo de agredirse por unos lazos amarillos; el pernicioso efecto de la retahíla, es que no pueden darse cuenta que el procés, es más una jugada, arriesgada, de un grupo de taimados ambiciosos para lucrarse con el poder, que hacer una Cataluña grande.

Que piquen los jóvenes, que lo han encontrado todo hecho, se puede comprender, pero mayores, que han sufrido tiempos difíciles a causa de otras sin razón, solo pueden ser interesados o estancados en la pubertad.

SU DEFENSA

La lengua española

Agnese Dotto

Génova (Italia)

Al resolver cientos de dudas lingüísticas cada día, la Real Academia de la Lengua Española, la Fundación del Español Urgente y el Instituto Cervantes se han convertido en grandes asesores del lenguaje, cuya labor actual merece, según mi parecer, un análisis y una atención aún más profundos, con respecto a los años en los que los mismos vieron la luz.

De hecho, en las líneas que siguen no quiero centrarme en una definición de los tantos papeles que dichas instituciones desempeñan dentro del universo lingüístico del Español, sino en el objetivo común que las une, a pesar de que el mismo se manifieste de manera diferente, dependiendo de las razones principales que llevaron a la creación de cada una de ellas.

Por consiguiente, parece fundamental plantearse de entrada una pregunta: ¿dichos organismos pueden estar vinculados entre sí por su carácter de salvaguardia lingüística? Estoy convencida de que sí y de que desde hace muchos años existe una relación entre los mismos.

Ante todo, está claro que las tareas por las cuales se fundaron los tres hacen hincapié, a primera vista, en diferentes aspectos de la lengua española: simplificando mucho, en un uso más normativo la Real Academia, en un empleo correcto a nivel mediático Fundéu y en su difusión y buen uso el Instituto Cervantes. Sin embargo, esa aparente separación no debería llevar a considerarlas como realidades totalmente separadas y sin puntos de contacto. Al contrario, creo que la voluntad de diferenciar los ámbitos de la lengua de los que cada una se ocupa pone aun más de relieve el fin común que las tres comparten.

Asimismo, se destacan las iniciativas prácticas a través de las cuales se intenta proteger la lengua española de las posibles amenazas que pueden llegarle del inglés o de la influencia de otros idiomas.

A este respecto, piénsese en Fundéu, que proporciona consultas a las preguntas que se le trasmiten por parte de periodistas u otros profesionales pertenecientes al mundo de los medios de comunicación; o en el Cervantes, que intenta difundir la lengua misma fuera de España, ocupándose además de la formación de un profesorado que tenga las competencias necesarias para que la enseñanza del español se imparta a través de métodos cada vez más actualizados.

En conclusión, al final de dichas consideraciones, parece imposible pensar en salvaguardar nuestro idioma sin el apoyo de las tres instituciones mencionadas, con lo cual me pregunto: ¿existen otros recursos u organizaciones de «defensa lingüística» que puedan sustituirse a ellas?