Afirmaba hace unos días en sede parlamentaria el ministro Pérez Rubalcaba que el fenómeno migratorio, en su cara más visible, la más dramática, la más televisada, la que se nos muestra a los españoles a la hora de comer en forma de cayucos y toda esa mensajería de muertos por ahogamiento o deshidratación, es la rebelión de Africa contra la pobreza.

Debería haber hablado de rebelión contra los causantes de su pobreza si, como parece, quiso ir más allá del diagnóstico dictado por las leyes de la supervivencia. Se encierra éste en la expresión Buscarse la vida . Su carga de sentido común desborda --ignora, más bien--, cualquier aproximación racional o política que pueda hacer un ministro del Interior cuando habla en clave ideológica de "rebelión contra la pobreza".

XHEMOS DEx asumir que el fenómeno responde a la misma ley natural que conecta a las moscas con la miel. Para descubrirlo no hace falta doctorarse en Ciencias ni ser ministro del Interior. Y descubrirlo es tanto como anticipar sin ningún género de dudas que la presión migratoria va a continuar. Incluso puede hacerse más agobiante. La causa es el efecto llamada de la miel entre las moscas, tan antiguo como eso que entre los seres humanos llamamos instinto de supervivencia. Frente a verdad tan antigua y tan incontestable, poco puede hacer España unilateralmente en el contexto geopolítico donde estamos situados, frente a millones de africanos hambrientos y empobrecidos para quienes somos el primer escaparate del bienestar televisado. Poco puede hacer España y lo que puede hacer ya lo está haciendo en sus posibilidades. En todo caso, procedería reprochar al Gobierno Zapatero cierta falta de diligencia o insuficiente capacidad de presionar políticamente a la Unión Europea a fin de lograr un mayor grado de implicación de la misma.

En lo demás, el Gobierno de España, al margen de su signo político --un Gobierno del PP haría más o menos lo mismo porque el margen es muy estrecho--, está haciendo lo que debe hacer para conseguir una inmigración legal y ordenada sin darle la espalda al drama humano que está en el origen de las corrientes migratorias, sobre todo las procedentes de Africa.

Es exigible su real aplicación sin escatimar medios humanos y materiales, pero las recetas son las que son por mucho que se esfuerce el PP en hacer culpable al Gobierno de que tanta gente quiera ganarse la vida en España. Vincular permanencia de inmigrantes a contrato de trabajo, sacarlos de la economía sumergida, combatir sin descanso a las redes de inmigración ilegal, agilizar los mecanismos de expulsión --52.000 expulsados en lo que va de año, según el ministro--, mejorar el control de las fronteras y ayudar internacionalmente a los países emisores para que salgan del subdesarrollo, etcétera. No hay otras recetas y, mejor o peor, son las que se están aplicando.

*Periodista