XDxurante el pasado mes de julio El PERIODICO EXTREMADURA hizo pública una encuesta propia que ponía de manifiesto el rechazo de los extremeños, por un 54% sobre un 46%, a una hipotética subida fiscal para financiar la Sanidad. En realidad se trataba de la subida del alcohol, tabaco y gasolina. ¿Por qué no realizarla con dichos conceptos separados? Se me ocurre pensar que alcohol y tabaco hubiesen tenido otro porcentaje muy distinto a la gasolina. El alcohol y el tabaco, con independencia de múltiples cuestiones económicas y sociales, son sustancias nocivas para la salud, gravadas por altos impuestos y de los cuales se beneficia el Estado, y un porcentaje es cedido a las comunidades autónomas. Es posible que un aumento de los precios sólo tuviese repercusión en el bolsillo del consumidor, que voluntariamente hace uso de ellos. Puedo entender que con esta simple opinión no todos estén de acuerdo.

Aunque de los carburantes no podemos decir que no sean nocivos, sin embargo su consumo es obligatorio para todo tipo de vehículos o maquinarias, bien privados o públicos, particular o de empresa. Al igual que los anteriores, están gravados por impuestos estatales de los que un porcentaje está transferido a las autonomías, y de la misma manera gravarán el bolsillo del usuario que a diario lo necesita para su trabajo, pero además con mayores repercusiones en autónomos, empresas, servicios públicos, etcétera. Cierto que algunas comunidades autónomas han establecido recargos en el precio de los carburantes. Ese céntimo es conocido como céntimo sanitario , que aparte de impopular, en mi opinión es injusto. Aunque hablando de justicia social habrá opiniones para todos los gustos.

La impopularidad parece dudosa, si damos por válida la opinión de los empleados de gasolineras: el euro ha cambiado el concepto de aumento de los precios, ya que ante una subida de céntimos de euro no hay colas, como sucedía con la peseta.

Sin duda, las comunidades que han aplicado el recargo han tenido unos ingresos extra y con escasa repercusión electoral, a pesar de la medida fiscal. Por ello, da la impresión de que a pesar de las encuestas contrarias a las subidas, sea el camino más fácil para el gobierno y de paso para las autonomías, dado que según fuentes del ministerio el margen con Europa respecto a estos productos da mayor capacidad impositiva. ¿Son los sueldos también iguales? ¿No es un copago encubierto?

Todo el problema radica en la necesidad de más financiación sanitaria, ya que las cuentas no salen. Gastar en materia sanitaria es fácil, pero gestionar no tanto. Por ello parece injusto que Cataluña con un gasto por habitante y año de 1.108 euros en 2005 se queje respecto al gasto por habitante en Extremadura de 1.225 euros y no se pregunten si hemos partido de las mismas posiciones en personal, infraestructura, etcétera, a la hora de producirse las transferencias sanitarias deL Insalud (2001). ¿O es que su déficit no era previo a esta fecha? En los últimos meses la señora Geli, consejera catalana de Sanidad, que por cierto visitó Extremadura, ha creado un grupo de expertos para estudiar los problemas de financiación y gasto y se ha despachado con algunas propuestas entre las que destacó el copago --es decir la aportación de los usuarios al sistema--, aunque para ese viaje no hacía faltas alforjas: ya lo decía el Informe Abril en 1991. Pero la cuestión es si dicha medida es o no políticamente correcta. ¡Dependerá de la óptica!

*Médico