TEtl alcalde de Madrid, ese señor que tiene un agujero en la mano por donde se pierde a chorros el dinero de los vecinos de la capital, tanto el que tiene como el que no, ha descubierto el curioso modo de forrarse al mismo tiempo que se arruina: el Ayuntamiento se va a vender a sí mismo Mercamadrid, el mayor mercado mayorista de abastos que hay en España. No hace falta decir que con la operación va a sacar una pasta gansa, unos 35.000 millones de pesetas, que le permitirán seguir muy a su sabor con su conocida política de ir dilapidando los fondos públicos y endeudando a la gente.

Alberto Ruiz Gallardón , que acaba de pintar de azul, el color del PP, todos los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de la capital, que antes eran rojos, quiere vender la participación accionarial del Ayuntamiento en Marcamadrid, un 51 por ciento, al organismo municipal que atiende al nombre de "Madrid Espacios y Congresos", así, sin coma ni nada, cuyos agujeros no computan en la estratosférica deuda municipal.

Pretende de este modo burlar la prohibición a los ayuntamientos más endeudados, de los que el de Madrid es el que más, a renegociar con los bancos el pedazo de deuda que les vence. O dicho de otro modo: el Ayuntamiento de Gallardón se vende a sí mismo un bien que sólo gestiona y administra, pero que no le pertenece (el propietario es el pueblo de Madrid), se saca 200 millones de euros para sus tontunas y sus megalomanías, e inscribe al organismo comprador, que también gestiona el Ayuntamiento pero que tampoco es suyo, en el estadillo de empresas municipales a dos velas, y aun éstas, consumiéndose irremediablemente.

¿Tiene uno acuciantes problemas económicos? ¿Quiere resolverlos en un abrir y cerrar de ojos? Muy sencillo: véndase a uno mismo la casa (que no es de uno), el coche, los muebles y los electrodomésticos (que tampoco), y con el dinerito fresco, a vivir, que son dos días. ¿Que de dónde saca uno la manteca para dársela a uno? Ahí la cosa se le complica al particular, que no tiene ni opacidades ni recovecos contables ningunos, pero si uno le pregunta a Gallardón, seguro que le da alguna de esas ideas geniales de las suyas. ¡Cerebro privilegiado!