TEtl Valle del Jerte está en flor. Esa postal extremeña exhibida por los telediarios y las agencias de viaje cada mes de marzo, ha vuelto a editarse, desmintiendo que el cosmos, en ese trozo de Extremadura, esté agotado y vacío.

El bullicio de vida, los tonos y las fragancias llenan las laderas, los bancales y los pueblos del Valle del Jerte, enfrascados estos días en la fiesta del cerezo en flor, rindiendo homenaje a la naturaleza y convocando a sus vecinos, de la solana a la umbría, a una especie de rogativa comunitaria al dios de la cosechas para que la próxima sea tan abundante como la luz colgada de las ramas de los encendidos cerezos.

Este es el tiempo de la flor, la hoja y el fruto, venidos de la tierra bullente. Las flores, en pocos días, se volverán roja y sazonada cereza. Los extremeños no deberían desperdiciar la ocasión de acercar los ojos a tarjeta tan esplendorosa. Una embozada de flores blancas de los cerezos del Valle del Jerte serían suficientes para iluminar las obscuridades del invierno, y eficaces para dejar oreadas las habitaciones y encendidas, activas, obradoras, todas las ventanas de la casa.

*Licenciado en Filología