Al compás del chacachá , del chacachá del tren: ¡Que gusto da viajar cuando se va en el tren!». Ssí cantaba el Consorcio en 1994 su famosa canción.

En 2017, veintitrés años después, en Extremadura, no sólo nos seguimos montando en el mismo tren, es que pareciera hasta que en alguno de vapor, y como ustedes comprenderán, a estas alturas de siglo y en estas condiciones, ni al luso de la canción se le ocurriría manifestar ningún tipo de amor, ni el acaloramiento de la pasajera dudo fuera por el luso, eso sí, posiblemente por el chacachá del tren.

El pasado 18 de noviembre, Extremadura dijo alto, claro y fuerte que ya está cansada de tanta indiferencia, de tanta ignorancia, de tanto despropósito, de tanto ser la cenicienta, la hija que a la que se la quiere cuando se la necesita, pero la menos querida cuando hay que repartir inversiones, porque se ha preferido invertir, no ahora, de siempre, principalmente en hijas malas antes que en hijas buenas.

Es lo que tiene ser una buena hija, dará más o menos, pero lo da todo, recibe a todos con los abrazos abiertos y los sienta en su mesa, hablen catalán, euskera o maorí, sin pedir nada a cambio, manda a sus hijos a levantar regiones y provincias con su esfuerzo y trabajo, Extremadura no sólo es y ha sido la hija buena, también ha sido la hija olvidada.

Da igual 6.000 que 40.000, la verdadera fuerza de Extremadura es que cuando la indignan, no hay colores, ni partidos, ni sindicatos, ni edades, ni diferencias. Extremadura es la buena madre que entonces saca las uñas por sus hijos, y dice, no, esto sí que no.

Es el tren, pero también es lo que trasciende, cuando nos indignan, Extremadura es una, y ahí radica nuestra fuerza.

Encima, debemos escuchar como placebo, las palabras del ministro: «Cualquiera que conozca la situación en Extremadura puede comprobar que las infraestructuras ferroviarias no están a la altura de lo que correspondería en el siglo XXI, y eso desde el Gobierno lo reconocemos y lo admitimos porque es una cuestión obvia».

Como tan obvio es que no hubiera hecho falta la manifestación si algunos hubieran cumplido con su trabajo y no haber vestido, las no tan santas, para desvestir a santos.