La mayoría de izquierdas que decidieron los electores de la Comunidad de Madrid el pasado 25 de mayo no se materializó en la sesión constitutiva de la Asamblea legislativa. La traición de dos diputados socialistas que habían asistido ayer mismo a una reunión previa del Grupo Socialista sin formular la menor objeción, y que se ausentaron a la hora de votar, dio la presidencia de la Cámara al PP. Luego, con frases poco claras, dijeron no desear el pacto con IU utilizando el argumento aznarista de que es una formación radical .

Este hecho anuncia una previsible derrota de la izquierda en la elección de presidente de la comunidad, a la que optaba Rafael Simancas, que por cierto se había precipitado al hacer declaraciones. También es el primer gran lunar de la imagen eficaz del proyecto de Rodríguez Zapatero.

Si no es un caso de corrupción, estamos ante una traición disfrazada de inmenso chantaje, pues este pacto de la izquierda fue anunciado antes de las elecciones para conocimiento de los votantes. Mal pueden argüir que son tránsfugas en conciencia cuando lo inmoral es que no dejen el escaño. Su expulsión del PSOE, lógica, no resuelve el problema de fondo: la traición a la voluntad de los electores.