Petición de dimisiones por la mañana y petición de dimisiones por la noche. Se pedían en Barcelona el domingo: por la mañana, en la manifestación solidaria con Galicia, eran las del señor Aznar, el señor Fraga y de todos los ministros que han tenido algo que ver con la marea negra; por la noche, en el Camp Nou, las del señor Gaspart y el señor Van Gaal. Y en ambas circunstancias se exhibía el mismo lema de Nunca máis.

El señor Aznar ha de sentirse feliz con el descalabro del Bar§a, pero no por la sangre blanca que corre por sus venas, sino porque la estrepitosa derrota futbolística ha desplazado al engrudo de los espacios más destacados en los medios de comunicación. Se diría que el chapapote está ahora en el Camp Nou. Aunque ha transcurrido más de un mes desde que el fuel empezó a manar, el desastre seguía ocupando las primeras páginas. Parecía que tendría que ocurrir algo muy gordo para que el tema se viera desplazado. Ha sido el fútbol el que ha tenido primacía en algunos medios. Aunque a ciertos aficionados les puede parecer una desgracia lo del Bar§a, siempre es preferible una catástrofe futbolística que un desastre ecológico.

Hay que ver cómo se transforman estos personajes, normalmente tan arrogantes, cuando oyen la palabra dimisión. El domingo, el señor Gaspart parecía desear que se lo tragara la tierra cuando no tenía más remedio que aguantar en el palco, y el señor Aznar dedicaba el sábado cuatro horas a Galicia. Lo único que pudo ver de la visita el pueblo que salió a pedir su dimisión fue una caravana de coches, de cristales oscuros, que pasaba de largo. Unas veces tan afables y otras tan huidizos.