Apenas las 9 de la mañana del domingo camino del Puerto y cuando termino de pasar el hospital, dos fumarolas en las lindes de la carretera dirección a la ermita, me hacen poner un nudo en la garganta.

Pensaba ir hacia Boquique pero los ojos no me permiten iniciar otro camino como si de un imán se tratara, las luces intermitentes de camiones amarillos me atraen hacia sí.

Llegando a la portera del embarcadero, se percibe un suelo negro por la ceniza, el aire se vuelve denso por el humo y respirar produce tos.

Está ardiendo Valcorchero, nuestro monte más preciado y cercano, el que nos rodea por el norte y nos abre hacia Castilla; se quema un pedazo de nuestra casa.

Me calma en mi ascenso ver como las llamas no han saltado al otro lado, aunque un poco más arriba, observo que me equivoco y preveo que la Guijosa esté igualmente arrasada.

Entre el humo y el negro se perciben siluetas amarillas ojo avizor. Son los hombres del Infoex que trabajan en esa oscuridad y en silencio, roto por el crepitar de lo ya carbonizado y todavía candente. Mi reconocimiento para ellos.

En el cancho de las tres cruces, el tercer camión haciendo de límite, pues el fuego esta vez sóloI ha llegado hasta aquí.

Ya en la ermita y en el camino viejo igualmente hay otra mancha de chapapote. Me dicen que fue en la tarde del sábado.

Regreso por la Guijosa esperando lo peor y para mi satisfacción veo que no ha sido afectada.

El símil viene no sólo por el color negro profundo de lo quemado y del vertido; hace el mismo daño ecológico, mata nuestra naturaleza y fauna, se esparce rápidamente, es muy difícil de controlar, la regeneración del medio es muy lenta y a veces irreversible, nos golpea donde más nos duele, en lo nuestro.

¿Las lágrimas eran producto del humo o de la impotencia? ¿La fatiga al respirar era por el ambiente enrarecido o por la congoja? ¿El dolor en mi pecho era por el aire viciado que ingería o por el roto de mi corazón? ¿El no querer mirar era por no querer ver o por verlo todo negro?

Negro Chapapote, Chapapote extremeño, nuestro peor enemigo, el fuego.

Una llamada de atención hacia la forma de uso de nuestro medio. Por favor, cuidado con colillas, cristales y juegos infernales que pueden llevarnos a la destrucción del entorno. El fuego mata.

Jesús Muñoz García **

Plasencia