TDtesde 1973 y hasta finales de 1974, la casa, de dos pisos, fue utilizada por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para interrogar, torturar e iniciar el proceso de desaparición forzada de personas desafectas al golpe de Pinochet. Situada al número 38 de la pequeña calle santiagueña de Londres, no lejos del palacio de la Moneda, pasaron por sus dependencias más de 2.000 secuestrados. Por lo menos 96 de ellos fueron asesinados, desaparecieron o murieron a consecuencia de las torturas infligidas. Ante las numerosas denuncias recibidas por el uso del edificio, el régimen, que ya se había encargado de destruir, sin dejar rastro, otros tres centros parecidos de la capital, cambió su número por el 40 y trató de obliterar el recuerdo de lo allí perpetrado. Sin éxito. Declarado monumento nacional en el 2005, Londres 38 ha sido transformado en un espacio de memoria, reflexión y debate que hoy visitan masivamente chilenos y extranjeros con ansias de verlo con sus propios ojos.

-DURANTEx una breve estancia en Santiago hace dos meses no perdí la oportunidad de penetrar en el excentro de represión y exterminio. La experiencia es conmovedora, no solo por encontrarse uno en el mismo escenario del horror (¡esos muros grises, desnudos, esos pasillos lóbregos, y hasta la ausencia de parafernalia de tortura, que hace trabajar más la imaginación!), sino por la copiosa información sobre el funcionamiento de la casa que imparten, con suma profesionalidad sus jóvenes y amables guías. Recomiendo consultar su web (www.londres38.cl).

Si aquel inmueble sobrecoge por su inmediatez, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, situado en el barrio de Matucana, da la verdadera medida de la determinación con la que Chile ha decidido afrontar la brutalidad del pinochetismo e impedir su olvido. El amplio y hermoso edificio fue inaugurado en enero del 2010 por la entonces presidenta Michelle Bachelet . El propósito: dar visibilidad a las violaciones de los derechos humanos cometidas por los militares y sus cómplices, dignificar a las víctimas y sus familias y promover el estudio y la deliberación en torno a lo sucedido. Y, por extensión, en torno a la intolerancia a escala internacional.

A través de un enorme acopio de objetos, documentos y archivos en diferentes soportes y formatos, y una innovadora propuesta visual y sonora, el museo --que dispone además de un auditorio de generoso aforo para conferencias, representaciones teatrales, danza, etcétera-- permite seguir paso a paso el golpe de Estado (hay metraje escalofriante del bombardeo aéreo de la Moneda), la represión subsiguiente, la resistencia, el exilio, la solidaridad de otras naciones y las políticas de reparación. Uno sale, si bien abrumado por la evidencia de tanta maldad y abyección humanas, reconfortado por las muestras de valentía y entereza ante la adversidad también recogidas. Y, sobre todo, lleno de admiración hacia un país capaz de asumir la obligación de investigar, con rigor científico, su particular holocausto. Como en el caso de Londres 38, recomiendo su sitio web (www.museodelamemoria.cl).

En Chile se comenta con asiduidad y asombro el mal pago acordado al juez Garzón por sus compañeros de profesión, así como la renuencia del Estado español a afrontar los crímenes del franquismo. Las preguntas son insistentes. ¿Cómo se puede explicar que, casi 40 años después de la muerte del dictador, sigan todavía en fosas comunes y cunetas unas 130.000 víctimas de aquel nefasto régimen? ¿Cómo que la búsqueda y rescate de las mismas quede casi exclusivamente en manos de asociaciones privadas, además con escasos medios? ¿Dónde están la ética, la piedad? ¿Cómo puede España mantener la cabeza erguida en una Europa donde los alemanes sí han limpiado su territorio de símbolos fascistas y encarado con arrojo y hondo dolor la monstruosidad del hitlerismo? ¿El país ha perdido absolutamente la vergüenza y la nobleza?

El Partido Popular lleva años con la calumnia de que insistir en buscar a los desaparecidos de la represión franquista es remover el odio. Aquí el Caudillo y Primo de Rivera yacen todavía juntos debajo de la cruz cristiana más alta y ofensiva de Occidente. Aquí un diputado provincial de Lugo acaba de decir públicamente que "los condenados a muerte por Franco se lo merecían"... sin que el PP lo haya echado de inmediato sino, al contrario, elogie su "rectificación". Aquí la calle ovetense que alberga la sede del Premio Príncipe de Asturias continúa con el nombre del general Juan Yagüe , el autoconfesado verdugo de Badajoz, y nadie se entera ni se inmuta. Aquí... A estas alturas, ¿no es casi para ir perdiendo la esperanza?