WCwinco millones de jerseys y más de un millón de pantalones, entre otros productos, están retenidos en las aduanas españolas porque exceden las cuotas máximas de importación que pactaron China y la UE el pasado 10 de junio. Aquel acuerdo, que ya era una reacción ante la invasión de textiles chinos desde que se liberalizó este comercio bilateral en enero, ha sido tan efímero que cuesta creer que nadie se equivocó: o Bruselas no representaba con acierto los intereses de los 25, o Pekín utilizó subterfugios.

Decir que China abusa de sus exportaciones es incompleto: las mercancías retenidas en nuestras aduanas corresponden a los pedidos de importadores europeos. Este es el meollo, por partida doble: hay tensión entre los países del norte, que no son fabricantes, y los del sur que aún lo son--Francia, Italia y España--.

En cambio, no son tan distintos los intereses de las grandes marcas --de ropa o de distribución-- de los que tienen los nuevos importadores mayoristas que abastecen a comercios y mercadillos. La UE está obligada a exigir que los pactos se cumplan si quiere mantener alguna posibilidad de influir en una nueva realidad global en la que manda quien importa y distribuye.