Mi perplejidad no encuentra límite. Llevo tres días leyendo la agonía y muerte de una cigüeña en el tejado de una vivienda y mi sorpresa no es sólo porque no atino a entender la enjundia de la noticia como para dedicarle tanto espacio, si no porque no comprendo que nadie (ni personas ni organismos) se haga cargo de la situación.

En esta región, a veces, parece que la flora y la fauna se hallan por encima de los ciudadanos. De hecho, se pueden contar con los dedos de la mano las industrias que pueblan el paisaje extremeño.

Y, ahora, un animal, creo que con algún tipo de protección, enferma, se avisa al organismo pertinente, y miran hacia otro lado. Pues, en mi opinión, así no se protegen los tesoros naturales de la región.

Y luego hay que analizar las consecuencias de tener una cigüeñas en el tejado de una vivienda descomponiéndose.

En fin, creo que en este tema se han encadenado negligencia con negligencia, nadie da la cara, el animal se ha muerto y los problemas son para la propietaria del inmueble.