Cincuenta y cinco vidas menos que al comenzar este año. Cincuenta y cinco sueños rotos, cincuenta y cinco sonrisas apagadas, cincuenta y cinco miradas perdidas para siempre, ilusión, esperanza, ganas de vivir, metas por alcanzar, demasiada vida y alegría arrancada de este mundo. Cincuenta y cinco mujeres asesinadas por hombres.

No quiero que nadie me explique por qué, no quiero entenderlo, no quiero comprenderlo, sólo quiero que no vuelva a suceder. No hay frase más triste que "se veía venir". Pues hagamos algo al respecto. Ni yo ni nadie puede decirle a cada uno lo que debe de hacer, cada cual debe asumir su papel, ya va siendo hora de que cada uno aporte su granito de arena en esta lucha que es de todos y todas. No podemos seguir siendo meros observadores pasivos de esta cruel e inhumana injusticia. No vale mirar hacia otro lado, y esperar a que otros se ocupen del problema . No sólo consiste en tener mayores medidas de protección para las mujeres (que nadie olvide que ellas son las víctimas, a quien hay que controlar es a los agresores, a los asesinos). Es tarea de todos y todas tender nuestra mano como amigos, vecinos, hay que hablar, ofrecer nuestro hogar, nuestro cariño, apoyo y nuestras fuerzas a esas mujeres, que cada día sufren violencia, ya sea visible o no a nuestro ojos, pero sensible a nuestros corazones, porque todos y todas sabemos quién necesita ayuda, aunque no nos la pida de palabra.

Me da tristeza y rabia saber que este número (qué injusto es hablar de vidas con números) no va a quedarse así, sino que tristemente aumentará antes de que acabe el año. No podemos esperar hasta el 25 de noviembre para izar banderas y pancartas, y lanzar gritos al aire que el implacable paso del viento de la indiferencia acabará arrastrando hacia el olvido, ese lugar en el que nuestra rabia permanece agazapada hasta el día en el que esta cruel historia se vuelve a repetir.

Qué irónico que se llamen hombres los que comenten estas atrocidades, pues se supone que los hombres, al igual que las mujeres, son seres humanos, pero no creo que realmente sean seres humanos los responsables de esta incalificable sinrazón.

Damián López López **

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