XLxarga es la serie de agravios que ha sufrido Cáceres en su trama urbana, desde la demolición de las ermitas del Humilladero (1903) o de San Marcos (1964), del Seminario de Galarza (1965), Cine Norba (1967), Casa de la Chicuela (1978/84), antigua Estación de Autobuses (1990), el anterior Hotel Alvarez (2002) o el edificio de Mendieta en Cánovas (2003)...; la pérdida imperdonable de dos miliarios romanos en la ronda de San Francisco-Mira al Río (1999) o el derribo del acueducto de Fuente Fría, etc.

Hay torres de la muralla, como la del Aver, en la calle Postigo, en estado ruinoso, denunciado por quien la habita, sin que el ayuntamiento reaccione. Otro problema es el del casco antiguo, donde la rigidez del plan especial --en las antípodas de su declaración de intenciones-- dificulta el rescate funcional de edificios que en otras ciudades --como Salamanca, Santiago o Toledo-- han propiciado la revitalización de las zonas históricas.

A esta lista se suma ahora el proyecto del Partido Popular para la calle Mira al Río, al eliminar once viviendas con el doble y falaz pretexto de arreglar el tráfico que se acumula indebidamente en esta vía y de limpiar la muralla de las casas a ella supuestamente adosadas, cuando en realidad se hallan situadas a una cierta distancia de la misma y a cota muy superior a la de la calle. Por otra parte, ese empeño que asume el reclamo publicitario del "todavía más limpio" ignora que todo monumento incluye una historia, con modificaciones, ampliaciones, superposiciones o cambios de uso, reflejo de necesidades sociales y de la evolución de la ciudad, cuya supresión parcial sería una manipulación de la misma.

Y sería arbitrario señalar un elemento como pieza importante del conjunto o, por el contrario, alteración espuria y casual.

Las casas que se adosan a la muralla en los siglos XVII al XIX responden a una situación socio-política, en un proceso histórico que no debe ocultarse. Sería robar un trozo de su historia a las propias murallas, que --perdida su función defensiva-- proporcionaron sus lienzos como apoyo a aquellas construcciones, desempeñando así una nueva función social.

Cada una de estas casas no es --claro está-- edificio a catalogar. Son construcciones modestas, anónimas, de estilo indefinido dentro de su acusado carácter popular, de honda raigambre vernácula. En una visión de conjunto no desentonan, por la homogeneidad de sus materiales, volúmenes, alturas, colores y texturas. Se integran bien en el perfil de la ciudad como piezas imprescindibles en ese decantado equilibrio de siglos, proporcionando un variado juego de relaciones y perspectivas, que enriquecen con su complejidad el diálogo entre la propia muralla y el resto de la ciudad. Sólo requerirían hoy una adecuada rehabilitación.

Sería mucho más atractivo, por otra parte, para el turista, ir descubriendo la muralla por sorpresa, lo que no es incompatible con que se le muestre parcialmente exenta donde proceda o en una maqueta global a escala en el Museo Municipal, para quienes demandan las cosas más simples y rotundas.

En cuanto a trasvasar la gran carga de tráfico que debía canalizar la ronda este --promesa incumplida del PP en sus dos legislaturas-- a la estrecha calle de Mira al Río, podría resolverse, hasta tanto se realice esa ronda este, haciéndola de sentido único y complementada por otra vía, como muestra la alegación que presenta el Grupo Municipal Socialista, en lo que coincide con otros ciudadanos que han estudiado el problema con un poco de aprecio por el patrimonio de su ciudad.

*Arquitecto