TDturante el invierno y parte de la primavera, muchos de nuestros pueblos y ciudades lucen hermosos jardines espontáneos que con los rigores de mayo y meses sucesivos se van convirtiendo en crecidos, compactos y horribles pastizales. Pasan de praderas verdes a secos matorrales donde se refugia una fauna variada y nada atrayente: pulgas, garrapatas, ratones y ratas, avispas, culebras, etc. Algunos ciudadanos se defienden de estas plagas limpiando por su cuenta, para vergüenza de unos ayuntamientos que ignoran sus deberes no sólo ornamentales sino de mínimo decoro y salubridad pública; otros, impotentes, se quejan ante los oídos sordos de unos dirigentes que únicamente cuidan de las avenidas-escaparates , como quien esconde la basura debajo de la alfombra.

En este ejemplo negativo de gestión municipal, de desprecio para con sus deberes de gobernantes, se lleva la palma la ciudad de Badajoz, que va ganándose el título deshonroso de Ciudad de Pastizales .

Es tiempo, si no se ha hecho antes, de desbrozar, desinfectar y si no regenerar vegetación plantando o replantando gramíneas resistentes y con poca exigencia de agua, al menos limpiar esos espacios de eriales donde la ciudad cambia de nombre y se convierte en impresentable estercoles.

*Historiador