En esta campaña ha habido mucho cacareo y mercadeo con el asunto de los inmigrantes. ¡Vaya retraso tan grande que llevamos en eso de la inmigración y la ciudadanía! Por un lado, el mercado la hurta (cada vez más) al hacernos ciudadanos = votantes = consumidores de votos (eso de depositar la papeleta en la urna y hacernos soñar que tenemos una gran capacidad de decisión), Por otro, lo poco que nos queda de este concepto tan bello continúa relacionado con la nacionalidad. Y lo que ahora es urgente en estas sociedades europeas del siglo XXI es una transformación del concepto de ciudadanía, que pase a estar ligado a la residencia, a la vida hecha en un país; y no a la nacionalidad. De hecho, hay países de esta parte del mundo en los que los extranjeros residentes legalmente tienen derecho a voto. Aquí seguimos apegados todavía a la herencia esa de los nacionales (los míos , que están por encima y se merecen más y mejor, y por eso votan) y los extranjeros (los otros , que aunque residan con sus papeles y todo, y trabajen y coticen a la seguridad social y lleven una vida de lo más normal, se fastidian y no votan), aunque todos formemos parte de la misma sociedad y seamos igualmente responsables de su construcción en el día a día.

El reto, pues, es la ciudadanía de mano de la igualdad de extranjero y autóctono. Se deberían aunar la igualdad de derechos y deberes (incluidos el derecho al voto y a ser elegidos representantes políticos de los ciudadanos), la convivencia y la ciudadanía. En fin, ya saben, que Inés (mi dentista colombiana), María (la mujer ecuatoriana que me atiende desde hace años cuando voy a una de mis cafeterías preferidas de Madrid) o Sulimán (un amigo marroquí que lleva más de una década currando en un centro comercial) tengan los mismos derechos que yo, ya que vivimos bajo el mismo techo y que nos amparan las mismas leyes y de la misma manera tenemos que cumplirlas.

Como escuché una vez al sociólogo catalán Francesc Torradeflot : "Nos hemos quedado en una versión moderna del modelo ateniense. Por un lado están los ciudadanos y por otro quienes no pueden tener ese rango , los esclavos ".

PD. Otro día tocará hablar del engaño de la bajada masiva de impuestos a la vez que prometen mejorar la vida de los ciudadanos. Ya me dirán cómo pretenden que haya más hospitales, más profesores, más colegios, más carreteras y más de todo con menos dinero... O son magos o es que va a venir un Bill Gates cualquiera a echar una mano a quien no pueda pagarse un seguro privado. Eso se llama desmontar el Estado y dejar los servicios básicos esenciales en manos de mercaderes (lo llamen fundaciones, contratas o x).

*Periodista