Muchos extremeños habrán observado en los últimos meses, por las informaciones políticas ofrecidas por los medios regionales de comunicación, un fenómeno que tiene suficiente interés para dedicarle alguna atención. O ser motivo de unas reflexiones sencillas, no haciendo uso de grandes cifras, datos macroeconómicos o complejos recursos estadísticos sino, en exclusiva, de la experiencia de un hombre corriente.

Acostumbrados a ver o escuchar titulares informativos ofrecidos por figuras destacadas de la vida política o económica que sintetizan grandes asuntos de Estado, acuerdos o desencuentros entre países e, incluso, civilizaciones enteras, cruentas e incomprensibles guerras entre comunidades étnicas o culturales, evoluciones de PIBs, VABs, RFDs o niveles de precios, OPAS hostiles o pactadas y otras cuestiones de alta política, en Extremadura hemos tenido la grata ocasión de apreciar cómo tratan de ocupar un sitio preferente en la escena pública hombres que no son nuevos en ella pero aspiran a tener unas responsabilidades mayores diseñando y transmitiendo un conjunto de ideas y proyectos que resultan de especial interés, por su estrecha ligazón a los problemas cotidianos, para la gente común. No en vano, unas y otras se ofrecen a través de un discurso más cálido, fácilmente comprensible, provisto de unas dosis elevadas de humanismo y característico más de un individuo común, una persona normal de la calle o un hombre del pueblo que singular de un político al uso. El fenómeno a que hacemos mención es el representado por las ideas y comportamientos del ciudadano Fernández Vara , el hombre y político que aspira a la presidencia de la Junta y dio sus primeros pasos hacia ese objetivo marcado, inexorablemente, por el revuelo mediático que generó el anuncio por Rodríguez Ibarra de su ya cercana despedida como mandatario regional.

Afirman unos que se trata de un político dispuesto a la negociación en todo momento. Otros de un buen gestor y profesional eficaz, un consejero de Sanidad siempre atento a las sugerencias (o quejas) que le plantean los usuarios del Sistema Extremeño de Salud. O, simplemente, de un hombre sencillo, una buena persona. Y, enlazando con estas definiciones, bien podría hablarse del ciudadano Guillermo Fernández Vara, sin que pretenda hacerse ejercicio alguno de regresión histórica ni trasladar su figura a la Francia revolucionaria pues en estos compases del Siglo XXI hablar de ciudadanía en el ámbito político resulta tan complejo como el ejercicio mismo de la actividad política.

XCON ESTAx etiqueta trata de señalarse que, observado a través de sus opiniones, este médico de Olivenza dedicado a la vida política no es un representante popular con unas ideas y estilo comunes. Porque está rescatando y dignificando un discurso que ha desaparecido, prácticamente, de los manuales utilizados por muchos políticos. En particular la tesis de quien tiene claro, ya al inicio de su andadura como candidato a presidente de todos los extremeños, que la valoración de las macromagnitudes demográficas, económicas y sociales, los PIBs, los VABs o las OPAS y las relaciones institucionales o de cualquier otra naturaleza requiere, más que nada, tener en cuenta a las personas, a los hombres y mujeres considerados uno a uno, no en abstracto, cuyas inquietudes y necesidades están, o deberían estar, en el origen de la acción política. Y, según parece, con estos planteamientos ha empezado Guillermo Fernández Vara a construir su política, su propuesta para Extremadura y su nueva imagen pública.

Observándolo a través de los periódicos, la televisión o la intervención directa puede apreciarse su necesidad de tutear a los extremeños, de abrir con ellos una relación cordial y de familiaridad sin caer en el populismo. Y es que en sus manifestaciones aparece una y otra vez el deseo de mirar más allá de las casas de los pueblos y los bloques de las ciudades, ofreciendo un discurso que, desde la esencia de su intención como político, pretende mostrar cómo, aunque parezca mentira, debe aprenderse a mirar las calles y edificios para descubrir en unas y otros lo que de verdad importa, a los ciudadanos.

Parece, además, que su condición de médico le ofrece una perspectiva singular, aplicando a lo cotidiano la máxima de que no existen enfermedades sino enfermos para, siguiendo este principio, llegar a la política general defendiendo que no existen ciudades sino ciudadanos. Unos ciudadanos, creí entender la única vez que le escuché directamente, con los derechos reconocidos a todo hombre pero también los deberes inherentes a su condición de ciudadano, de animal político que necesita las complejas relaciones establecidas por la sociedad para subsistir, sobrevivir, disfrutando la mayor calidad de vida posible. En suma, de un ciudadano que, en cuanto unidad social, valora sobre todo un intangible como la convivencia habida cuenta de que sin ella no hay pueblos, ciudades, regiones y ni siquiera una auténtica ciudadanía ya que tampoco existen personas.

Para llevar adelante este proyecto, el ciudadano Fernández Vara convoca a todos los pacenses y cacereños a fin de lograr, si recuerdo bien sus palabras, una Extremadura poblada de ciudadanos que, aun estando bautizados por el nombre de su ciudad y apellidados de acuerdo con su barrio, o marcados por el entorno próximo donde ríen, se entristecen, surgen sus preocupaciones y alegrías, nacen y crecen sus hijos o viven y conviven con otros ciudadanos, nunca deberían olvidar su pertenencia a una comunidad de todos, a un espacio exento de localismos y, en última instancia, a una región preparada ya para afrontar cualquier tipo de retos apoyándose en la fuerza del deseo de convivir.

Recuerdo, en fin, haberle escuchado otras ideas de Perogrullo, aunque nunca innecesarias tratándose de un político. Que sus relaciones con otras fuerzas políticas serán francas, abiertas y sin condicionamientos. Que en el ámbito económico la Junta de Extremadura está para acompañar y no sustituir a los empresarios activos y emprendedores. Que la construcción de autovías, carreteras, establecimientos sanitarios y educativos, centros culturales, instalaciones deportivas o equipamientos básicos sirve, únicamente, para el disfrute ciudadano. O que la ampliación del bienestar de los extremeños constituye su principal, si no único, objetivo.

Y estos planteamientos no conforman, desde luego, una mala carta de presentación. Especialmente si en el tiempo de maduración de su candidatura y, caso de producirse, tras su llegada a la presidencia de la comunidad autónoma extremeña mantiene firme sus criterios y, como dicen en mi tierra, no se apea del burro .

*Catedrático de H Contempánea de la Uex