WEwl hecho más destacado del partido del sábado en el estadio Santiago Bernabéu fue, al margen del resultado, la madurez de la conducta del público madridista, que aplaudió claramente el juego de los azulgranas y supo reconocer la genialidad de un futbolista como Ronaldinho .

El clima previo, dentro y fuera de los ambientes deportivos, estaba caldeado, y hacía temer que la presencia del Bar§a fuera aprovechada para una manifestación de anticatalanismo político que nada tiene que ver con lo que es el deporte. Pero la afición blanca decidió centrarse en el hecho deportivo y al margen de los pitidos iniciales contra el camerunés Samuel Eto´o , dio una lección de civismo ante la locura que domina el panorama político español.

La conclusión básica de este Madrid-Bar§a es que las pasiones que levanta el fútbol --y la política-- no tienen por qué chocar necesariamente con el diálogo y la tolerancia. Ese juego limpio del sábado hace falta también fuera del campo, y mucho ante la complicada discusión del Estatut. Y sin que ello suponga renunciar a ninguna legítima posición, lo acontecido durante y tras el clásico del fútbol español es toda una lección.