En los países occidentales, cultos y democráticos del momento actual, cuando todavía está arrancando el tercer milenio de la Historia de la Civilización, se suele considerar que son las "clases medias" las que crean, mantienen y dinamizan la vida política de los Estados. Especialmente, desde que las "Revoluciones Burguesas" desecharon a los estamentos nobles y privilegiados de los puestos de dirección de los reinos; constatando durante varios siglos que los reyes solían escoger mal a sus colaboradores como "validos", "favoritos" o consejeros; ya que los seleccionaban por la nombradía de sus linajes y títulos o por su sometimiento a la Corona; y no por sus cualidades intelectuales, por su preparación o por su prestigio y valía entre el pueblo a gobernar. Lo que llevó al desastre y derrocamiento de la mayoría de las viejas monarquías.

También fracasaron estrepitosamente las "clases obreras" a lo largo del siglo XX, cuando sus líderes "proletarios" creyeron en tópicos sociales, utopías y dogmatismos, que les hicieron caer en las más burdas dictaduras comunistas: torpes, sanguinarias y exclusivistas. Guiadas igualmente por la ignorancia y escasa preparación de sus dirigentes; que solamente sabían repetir las manidas consignas "marxistas", "leninistas" o "maoístas", sin entender en absoluto lo que sus creadores quisieron decir en realidad.

Desbancadas las "castas" superiores y las "bases proletarias" del escenario político de los Estados; solamente han quedado las "clases medias" --la burguesía centrista-- como proveedora de figuras, liderazgos y teorías con las que arrastrar y convencer a los pueblos hacia metas de bienestar y convivencia basadas en leyes justas e igualitarias; en un reparto equitativo de los bienes que dan este bienestar y permiten esta convivencia, y en el mantenimiento de valores humanitarios, éticos y estéticos firmes; que no se confundan con los simples bienes materiales. Bienes contantes y sonantes que son los que subvierten a la belleza, a las virtudes o a los valores intelectuales en riquezas convertibles en dinero; y a sus poseedores en opulentos.

XPERO COMOx ocurrió a lo largo de la Historia con las capas altas y con las bajas de la sociedad humana, también las "clases medias" han caído en la "mediocridad"; distorsionando lo que eran valores éticos y estéticos para asimilarlos torpemente por el vulgar numerario metálico. "Todas las cosas valen lo que cuestan"... "Tanto tienes, tanto vales"..., etc. Con lo que el mundo ha quedado reducido a tarifas de precios, a tasaciones, a subastas y a precios de mercado. Y toda nuestra vida a una continua tarifación de lo que tienes, de lo que ganas y de lo que puedes sacar si te vendes al mejor postor, etc.

Si los nobles de sonoros títulos fracasaron como rectores sociales por torpes y engreídos; y los ilusionados trabajadores fracasaron por crédulos e ingenuos --aplastados por las dictaduras militares--; los burgueses ilustrados y liberales están también situándose en el borde de la sima, por su falta de visión, por su mediocridad intelectual y por creer que todo cuanto hay en el mundo tiene un precio, está en venta y no hay, ni debe haber, valores que no "coticen en bolsa".

Para nuestras clases medias --cada vez más mediocres-- las funciones políticas deben estar subyugadas a los intereses económicos de las grandes sociedades bancarias y empresariales. El fin del Estado ya no es la consecución del "bien común", ofreciendo a los ciudadanos buenos servicios --públicos y gratuitos-- para conseguir el "Estado del bienestar"; sino que toda la Administración Pública debe estar empeñada en proteger e incrementar los rendimientos de las grandes empresas, de las Corporaciones bancarias o de los fondos de inversores y especuladores, que son quienes "distribuyen los recursos escasos con mayor eficiencia y rentabilidad".

En estos delicados momentos electorales en nuestro país, la campaña de captación de sufragios se está dirimiendo en análisis minuciosos de los programas económicos, de las propuestas de negocios y de la viabilidad de los servicios públicos en función de sus rendimientos presupuestarios. Ya no importan a los futuros votantes de "clase media" la calidad social de tales servicios, sino su financiación, su incidencia en la "deuda pública", su cotización en los mercados o su impronta en la "prima de riesgo".

¡Finalmente ha triunfado el utilitarismo financiero de los "partidos de centro" sobre las mediocridades de las clases altas y sobre el materialismo ideológico de los líderes proletarios!