Cuando se habla de crisis en el sector del automóvil se tiende a pensar que es un problema exclusivo de la parte industrial. Se dice que los fabricantes de todo el mundo no han sabido adaptarse a la demanda y les sobra personal porque sus modelos no se venden y quedan almacenados. Así se han justificado la mayoría de expedientes de regulación de empleo de los últimos meses. Pero es hora de completar el panorama recordando que al final del proceso están tanto los compradores de coches que dejan de hacerlo y los concesionarios que ya no pueden recortar más sus márgenes. Y el recurso de abaratamiento artificial de precios que practican las marcas y los concesionarios, conocido como kilómetro cero, ya no es eficaz.

Si se quiere aliviar la parte de la crisis del automóvil que corresponde a la caída de las ventas hay que aplicar más imaginación. Los vendedores ya lo han hecho con sus ofertas rebajadas en la mayoría de modelos, que podrían mejorarse si la financiación por la propia compañía no estuviera sometida a intereses de hasta el 12%. Y, por supuesto, la parte gubernamental. El plan Vive ha sido un fracaso. Por contra, en Francia y en Alemania, su plan Renove --hasta 2.500 euros por cambio de coche-- está dando mejores resultados. Aplíquese aquí la lección.