Hay días en los que se conjura el azar para hacerlos merecedores de un hueco en el almacén de la memoria. El viernes acudimos a la convocatoria de la Orquesta de Extremadura. Disfrutamos de su concierto didáctico en el Gran Teatro, de la visita a las entrañas del local guiados por María y de la amabilidad de todos los trabajadores. Terminado el recorrido compartimos el patio de butacas con otros escolares, entre los que reconocía la sonrisa franca de Habiba (que la vida no te la borre nunca). El concierto y el comportamiento de los chavales fueron magníficos. Había complicidad con los jóvenes músicos que se reconocían en aquellos que están estudiando música. Impagable la labor de los compañeros especialistas en Música que despiertan la sensibilidad y educan en el valor del silencio. El disfrute matinal continuó por la tarde en Badajoz escuchando a José María Pérez Peridis quien con la sensibilidad, el ingenio y la sabiduría que encarna nos dio pistas para mejorar la propuesta programática socialista en materia de política cultural. Como docente de la escuela pública me sentí muy identificado con su idea de enseñar desde la vida y con utilidad para la vida. La casa y la escuela son los primeros focos culturales de los chavales y si él disfrutó con la contemplación adolescente y un punto pícara de las pinturas de Tizziano, Goya y otros maestros en casa de su amigo el hijo del sastre de su pueblo, nuestros chavales lo hacen en la escuela. Las coincidencias del viernes 30 han hecho de él un día inolvidable para mí. La lluvia era el llanto por la guerra en el Día de la Paz.