TEts una de esas noticias que se queda bailando, fúnebre, en el cerebro y te asalta cuando menos lo esperas. La leí semana atrás, quizás mezclada entre comentarios inútiles de bar, o intercalada entre memeces de politiquillos cercanos o figureo de viejas glorias. La leí y se quedó, mortificante, dando la cara de improviso y entristeciendo el momento, aldaba de dolor inesperada: "Una empresa china utiliza piel de presos ejecutados para fabricar un colágeno que se emplea en tratamientos de cirugía estética". Después exporta el producto a Occidente, ¡viva el capitalismo salvaje!, para que una panda de memos se infle los labios o una percanta las tetas. El gran León Felipe (¡cómo crecen los muertos!) calificó a Inglaterra, certeramente, como "la gran raposa de Occidente". Por tal, si levantara la cabeza, qué diría de esta Europa vieja e insensible, farisea y egoísta, que repudia y se escandaliza por el jabón nazi de grasa de judío y acepta el pellejo de condenados chinos. Al fin y al cabo, todo es higiene. Son productos de belleza. -Oye, Marileches, qué labios más bonitos te han quedado. --Por supuesto, Pochola, es que me han asegurado que sólo comía arroz. Y ya sabes, esto... el almidón da mucha tersura . Y es que, ya sabemos. China es China, evoluciona, parece que se democratiza, afortunadamente ya acepta los chupa-chups y la coca-cola, jonkón sigue igual, van asimilando la economía de mercado y, además... está muy lejos y chinos hay muchos. Y el colágeno, pues, ¡guay, cuchi-cuchi!

Quizás algún niño chino, adoptado por una generosa familia europea, sienta, cuando su madre o su padre de labios recauchutados le dé un beso, el contacto de una piel familiar, un ligero escalofrío, el recuerdo de alguien que antes estuvo ahí y ahora es, tan sólo, pellejo dermoestético y comercialmente rentable. Y a tanto el quilo, claro.

*Poeta