Comer en el cine no está prohibido, como tampoco hay carteles de prohibición en la puerta de una iglesia o en cualquier sitio que implique un respeto o invite a un silencio para favorecer la contemplación o la concentración en lo que se ve o se escucha. He de entender que el cine no merece ese respeto, porque no se considera cultural, y se fomenta el consumo de comida y bebida y el ruido que ese hecho conlleva, a pesar de que es un lugar que se elige para la contemplación de lo que se ve y se escucha; debo suponer que hay intereses económicos detrás. Yo voy al cine para sumergirme en una historia que se presenta en un formato y en unas condiciones completamente ajenas a las de mi casa, por mucho sonido envolvente que tenga. Además pago por estar en esas condiciones (para escuchar ruidos y conversaciones me voy al parque). Los espectadores se han vuelto muy sensibles a la hora de apagar los móviles después de la campaña de sensibilización a través de anuncios en los propios cines, aunque realmente no se escuchaban más de uno o dos móviles durante una proyección. Pero con la comida no es lo mismo, ya que puede haber hasta 10 o 15 personas haciendo ruido, por lo que la campaña de sensibilización para prohibir el consumo de comida y bebida debería ser urgente, si se trata de no molestar a los espectadores durante la proyección, claro. ISABEL OLMEDA OLIVA. Cáceres