WEw l tópico de que la comida entra por los ojos se ha revelado más conflictivo en la sociedad moderna de lo que en un principio pudiera parecer. La publicidad de ciertos productos de altos aportes calóricos, como la hamburguesa XXL de la compañía Burger King, dirigida especialmente hacia el público adolescente, ha desatado la polémica sobre si este tipo de campañas comerciales debería regularse. Quienes defienden el control riguroso de la publicidad de esos productos subrayan el fuerte aumento de la obesidad en la población infantil, del que derivan serios problemas sanitarios. Según esa teoría, a la que se ha apuntado la ministra española de Sanidad, Elena Salgado, los menores estarían indefensos ante el bombardeo de espots que les meten por los ojos, es decir, a través de la televisión, los productos de grandes firmas del sector de la alimentación. Los anuncios televisados serían el vehículo para extender unos hábitos insanos de comer, donde proliferan comida rápida, bollos, dulces y golosinas.

En el otro lado están quienes invocan la libertad de expresión y defienden el derecho de las empresas a publicitar unos productos que han pasado todos los controles alimentarios establecidos por la ley. Al fin y al cabo, dicen, Burger King pone en el mercado una hamburguesa con todas las garantías. El problema es que hay hamburguesas gigantes cuyo aporte calórico equivale al de siete huevos fritos. La publicidad no tiene la obligación de dar ese dato. Pero quienes tienen la obligación de preocuparse de la alimentación de los menores deberían conocerlo.