TAtlgún banquero forrado hasta los dientes con fondos de pensiones ocultas en algún paraíso fiscal ha declarado hace dos días que hay que darle estoque de muerte al estado de bienestar; la respuesta, vía de hechos, se la ha dado la humilde Extremadura con uno de los programas más loables y originales que hemos visto hace mucho tiempo, el programa Compañía de la Junta, de Sanidad y Consumo.

Es posible que esos banqueros no tengan necesidad ahora ni en la hora de su jubilación de los servicios públicos, porque su capacidad adquisitiva, suponemos que honradamente amasada, puede prescindir de los mismos. Pero aquí seguimos oyendo, como tantas veces, que una familia ha tenido que vender las vacas, hipotecar la casa, pedir un préstamo para pagar la estancia de la familia en Madrid o en otra ciudad lejana, por los gastos que genera la enfermedad de uno de sus miembros. Nada más agradecido para esa familia que se le eche una mano proporcionándole una casa, prestándole ayuda psicológica, orientándole ante las instituciones sanitarias.

La gente de esta tierra, parca en habilidades sociales y de parco poder adquisitivo, sabrá agradecer la llegada de un servicio tan rentable socialmente.

El palo para el banquero; la zanahoria para el político.

*Filólogo