Educada en la disciplina desde pequeña, amante del sosiego que le mantiene la presión arterial a raya por necesidad, pero rebelde por naturaleza, una asiste arrobada a esa competición heroica de desobediencia civil cuyo pistoletazo de salida pegó ayer Ada Colau, reivindicando para sí el mérito de ser la más desobediente y malota. Que no vengan esos señores antaño burguesazos de salón a enseñarle a ella que andaba desde joven disfrazada y reventando mítines, mientras los colegas de Puigdemont votaban con el PP, por mucho que ahora hayan descubierto no el ritmito melifluo del ¡resistiré!, sino el éxtasis heroico del ¡desobedeceré! a golpe de hoz, como en Els segadors, que ya en su segundo verso desvela la voluntad soberana de Cataluña de volver a ser rica.

No insistiré --ya lo dijo Cercas-- en que esta revolución es de los ricos contra los pobres, porque hoy me tiene subyugada la competición de los desobedientes. Y es por envidia.

De hecho me encantaría emularlos. Por ejemplo, si mañana no me gusta el horario que me han preparado las jefas de estudio, me encantaría rehacérmelo a mi antojo, según mis necesidades e idiosincrasia y que tuvieran en cuenta todas mis exigencias, tan legítimas ellas que se deben a mi particular forma de ser, mi edad y mi relación histórica con el centro. De no aceptar mis reclamaciones me encantaría dialogar, pero solo hasta que las aceptaran. Y si no era esa su respuesta molaría tener las narices de entrar y salir a la hora que quisiera, atropellando así los derechos de mis colegas y alumnos, porque es que yo soy diferente.

Desde otro ámbito, también me repatean los impuestos, sobre todo el de sucesiones, así que sería un gustazo tener el valor de no pagarlo, lo mismo que esas multas tan injustas que nos ponen a los inocentes conductores por infracciones que no suponen ningún peligro para nadie. Sin embargo, lo confieso, soy cobarde, y cumplo mi horario y pago mis impuestos y mis multas. ¡Qué vergüenza!

No como los padres y madres de la patria catalana. ¡Qué héroes, oigan, esos desobedientes!