No acaba de llegar, pero la expectativa de un inminente comunicado de ETA ha lanzado las especulaciones sobre lo que debería incluir, lo que debería propiciar y lo que no. En Euskadi se respira el ambiente previo desde hace semanas. La calle palpita entre la ansiedad de lo esperado y la prevención de lo temido. Y hoy se espera una apuesta clara de ETA por el carril de su final, pero se teme que todo quede en el enésimo juego de semántica, de significantes ambiguos y significados no explícitos.

Son días en los que los ministros ponen en prealerta a los referentes periodísticos y, aunque nos resistamos, ETA ha atraído todo el interés hacia su comunicado latente, que no acaba de aflorar, pero que ya está siendo objeto de análisis. Es extraño el modo en que la banda está dando la vuelta a las cosas. Las fechas en que nos movemos son, en la práctica, casi una espada de Damocles para ella misma. Tanto los firmantes de la Declaración de Gernika --a los que se identifica como un colectivo político dispuesto a acoger la transición de Batasuna hacia la legalización y la de ETA hacia la disolución-- como los mediadores internacionales encabezados por Brian Currin con su Declaración de Bruselas manejaron la necesidad de que la organización diera antes de acabar el año 2010 pasos inequívocos de su voluntad de paz. Le pusieron incluso apellido a esa voluntad: se llama verificación de la tregua que viene manteniendo y confirmación de permanencia de la misma.

XY EN ESTOS DIASx, ETA nos tiene al baño maría hasta ver esos términos reflejados en su comunicado. Treguas indefinidas, permanentes, irreversibles... el diccionario da para mucho y para nada. El comunicado va a llegar más pronto que tarde, pese a que ya será en el 2011, según algunos porque ETA quiere dejar claro que no se deja imponer plazos ni siquiera por quienes quieren facilitarle el tránsito. Pero la característica fundamental del comunicado debería ser la que no han tenido sus declaraciones previas en el 2010: no debe requerir interpretaciones. Nítido, claro, expresión de una voluntad de dejar de ser, y no, como hasta ahora, ambiguo, mezquino en el compromiso y marcado por la sombra de pretender tutelar los procesos políticos ajenos en lugar de asumir las responsabilidades históricas propias.

Es una visión que empieza a trascender posicionamientos políticos de parte. La propia izquierda aberzale política --radical, tradicional, ilegalizada..., que también para esto tenemos semántica para rato-- manifiesta ya abiertamente que su proyecto de restitución precisa de un impulso claro en este sentido. No está en disposición de asumir el desgarro de su entorno social propio de una ruptura, pero sí necesita que el liderazgo que pretende en ese mundo le sea reconocido por ETA con pasos claros. Persiste, no obstante, el problema de los tiempos. Los de Batasuna no son los de ETA. Reconstruir un entramado político con presencia tangible en Euskadi implica tener acceso a la vida institucional; una red municipal que lleva camino de ser liquidada por completo en las próximas elecciones de mayo en virtud de la orientación jurídica precedente y las nuevas herramientas legales aprobadas en el Congreso. Todo ello convierte en prioritaria para sus intereses la presencia legal de su nueva formación política.

Una formación a la que unos estatutos intachables no le garantizan nada porque tampoco tenían resquicio las bases legales de ANV y eso no salvó a estas siglas históricas. Lo que puede acabar propiciando que la apuesta de ese mundo por las vías estrictamente políticas se estrene con la necesidad de digerir una decepción. Hay sobradas declaraciones de sus portavoces que apuntan a que su convicción por esta vía política está a salvo de ese golpe y seguirá perseverando en esa dirección pese a todo. No así de ETA. De ETA lo más que hemos escuchado es un cierto pragmatismo sobre la ineficacia actual de su violencia y una obsesión por salvar su historia de fracasos con un discurso sobre las sucesivas victorias que la han llevado hasta esta derrota final.

Un colectivo, minoritario, de presos expulsados de la banda acaba de hacer un interesante aporte. Nombres de referencia como Urrusolo Sistiaga, Kepa Pikabea o Carmen Gisasola , expulsados de ETA por su discrepancia. Sus reflexiones hablan de la tensión interna en la estructura entre posibilistas y duros; hablan sobre el liderazgo de Batasuna y cómo debería ejercerlo con mayor intensidad sobre ETA; y hablan, sobre todo, de que la organización debe dejar de marear la perdiz. Si, efectivamente, ha decidido que ha llegado el final, debe cruzar el Rubicón ya y no dentro de un año. Un adiós a las armas nítido abriría camino a la nueva formación radical legal. Algo que no está garantizado en el próximo comunicado. El proceso de maduración de ETA siempre arrastra el riesgo de que, como en el último proceso frustrado en la T-4, un cambio de timón les haga aferrarse al árbol y se pudra el fruto otra estación. Lo que nos aboca a medir lo que debería hacerse si el comunicado latente se encarna en un discurso no definitivo, pero sí objetivamente suficiente para alargar la partida, que es lo más probable. Pero para eso hay que hacerle la biopsia al texto cuando llegue.