Piensas que vivir en una casa es lo ideal si esta está a una distancia del centro que te permita ir andando a todas partes, pero eso es casi imposible. Por eso vives en un bloque de cincuenta pisos distribuidos en seis plantas. Para llegar a tu vivienda tienes que atravesar un hall que el empleado de una empresa de limpieza limpia a diario, y coger un ascensor que te deja en tu planta y un operario de una empresa de ascensores revisa periódicamente. O puedes subir varios tramos de escaleras con sus correspondientes rellanos, que también se limpian con frecuencia. En cada rellano existe un extintor que una empresa de extintores mantiene en perfecto estado de uso. Las paredes de las escaleras y rellanos las pinta una empresa cada cinco o seis años.

El bloque dispone de varias plantas de garaje, que también requieren su mantenimiento y su limpieza. Todas las zonas comunes disponen de iluminación eléctrica. Mantener todo en buen estado supone un gasto de dinero que aportáis entre todos los vecinos mediante cuotas mensuales. Este dinero lo administra y lo gestiona un administrador de fincas, que también percibe unos honorarios por su trabajo. Entre los vecinos es elegido cada año un presidente de comunidad que se ocupa de comunicar al administrador las incidencias que se producen en el bloque. Todos los años se celebra como mínimo una reunión de la comunidad en la que el administrador informa a los vecinos del estado de las cuentas y de las medidas tomadas para resolver los problemas surgidos.

Supones que lo que has escrito hasta ahora es algo que saben casi todos los ciudadanos que viven en un piso. Sin embargo, muchos no saben cómo se administra el dinero de su comunidad, ni quien decide qué empresas contratar para mantener el bloque, ni qué se ha hecho para reparar las averías que se producen. Simplemente porque nunca en su vida han asistido a una reunión de comunidad. De hecho, calculas que el número de asistentes suele ser tan solo de 10 o 12 vecinos, casi siempre los mismos.

Llamemos a la actitud de los ausentes falta de compromiso. O, llanamente, pasotismo. Te preguntas qué ocurriría si todos hiciérais lo mismo.