Adoro las palabras. Todos los poetas --el cielo no quiso darme esa gracia-- las han amado, así que en esto, como en tantas otras cosas, no soy nada original. Mi amor por ellas es anterior a haber leído a Neruda , cuando despotricando de los conquistadores españoles, volvía luminosa a mis ojos la Leyenda Negra con su acerba, amargada y paradójicamente redentora crítica: "Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos- Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo- Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas- Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra- Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes- el idioma. Salimos perdiendo- Salimos ganando- Se llevaron el oro y nos dejaron el oro- Se lo llevaron todo y nos dejaron todo- Nos dejaron las palabras...".

O al escuchar en la Misa del colegio aquella lectura que me parece recordar sólo se hacía en días especiales: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios...", aunque por supuesto yo no entendía ni patata de lo que quería decir San Juan, el rito otros días aburrido y soporífero se me antojaba mágico y misterioso. En aquel momento creo que intuía algo pero no sabía bien qué. Ahora lo veo claro: la palabra poniendo orden en el caos, en la fisión nuclear sea eso lo que sea, en el bigbang. Grandioso. Nada científico pero grandioso... y precioso y poético.

XQUIZA PORx eso quise ser filóloga y siempre consideré como la más bella función del lenguaje la de ser conformador del pensamiento. Me encanta ordenar las ideas y extraerlas del torbellino loco de mi cerebro para cifrar mis pensamientos en palabras, en sintagmas, en proposiciones, en oraciones, en frases, en párrafos, en textos... ¡qué maravilla! A otros les gusta el ajedrez, a mí me gustan las palabras: "Me prosterno ante ellas- Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito- Amo tanto las palabras- Las inesperadas- Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen- Vocablos amados- Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío-". De nuevo Neruda.

Fue Jesús el que dijo aquello tan poco original de "De la abundancia del corazón habla la boca". No admito el supuesto prestigio de las personas calladas. Puede que algunas callen por timidez y que guarden un profundo mundo interior, pero muchas más veces de las que quisiera he descubierto que normalmente el que no habla es porque no tiene nada que decir. Aquello de por la boca muere el pez , me gusta atribuirlo a los zampabollos y tragones, pero no a los parlanchines. Oscar Wilde era un magnífico conversador, y Lorca y la mayoría de las personas que me interesan. Por eso no creo que una imagen valga más que mil palabras.

Miren si no lo que le ha ocurrido a Rajoy . Por mucho lavado de imagen que se haga no creo que pueda recuperarse de ese coñazo que le ha salido de su alma, por lo que veo algo perezosilla e irrespetuosa para con la Institución Militar que tanto le gusta encomiar en público. Hay otro dicho bíblico que me encanta: "Que tu sí sea sí, que tu no sea no. Todo lo demás viene del maligno". Precisamente por sus palabras se conoce a las personas. Y Rajoy se ha mostrado con ellas hipocritón, farisaico y demasiado amigo de la pompa y el boato. Ser jefe de la Oposición, ejercer de semiautoridad del Estado, aunque algo frustradillo por no poder mandar del todo, ni siquiera en su propio partido, eso sí le mola, pero cumplir con otras obligaciones menos ´díver´, eso no le peta. Ni siquiera como un homenaje a los muchachos que se están jugando la vida en Afganistán, que se la jugaron en Irak --obedeciendo a su exjefe-- y que dedican su vida al servicio de la patria, palabra hermosísima, por otro lado, políticamente bastante incorrecta y erróneamente reputada de obsoleta, facha y carcunda.

No se trata de que Rajoy entone ahora el banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda , pero perdón sí que debería pedir. Y no justificándose diciendo que no quería decir lo que dijo porque precisamente en el registro coloquial es cuando más sinceras son las personas. Si el desfile le parece un coñazo en la intimidad, es que le parece un coñazo y entonces o que pida perdón o que lo deje. Mejor lo último.

En conclusión, que a medida que crece el prestigio de la institución militar que según encuestas no muy lejanas aparecía como la más valorada por los españoles, nuestro amable pero tibio y blandengue jefe de la Oposición va perdiendo el poco que le quedara. Y todo por culpa de las palabras.

*Profesora de Secundaria.