Los periódicos locales sorprendieron, --¿o avergonzaron?-- hace pocos días a los cacereños, con la foto del concejal de IU en el Ayuntamiento de Cáceres --ojos de enajenado, gesto esperpéntico-- entre Valle Inclán y Darío Fo . Desde su santa ira de gauche divine, rajaba el informe del secretario general del ayuntamiento. La crónica parlamentaria relataba lindezas variopintas como que el señor Pavón era, según él, comunista pero no gilipollas. El señor Pavón es una personalidad en el ayuntamiento y famoso por numeritos propios de lejanos alcaldes que se imponían mientras hinchaban las venas del pescuezo protegidos por la única ideología permitida. Salvando las distancias, se parecen al señor Pavón. Su ideología, residuaria y respetable le ha dado un poder inmerecido como bisagra de un ayuntamiento ingobernable gracias a él. Entre gritos suyos y susurros del resto, siglos para aprobar el PGM, no al Corte Inglés, no al presupuesto, no a lo que no le mole. Todo adornado con lo que algunos llaman histrionismo y otros mala educación. Y el caso es que, cuando se pone, hace las cosas de maravilla, como estos hermosísimos días de abril y mayo entre Colosos, Meninas, libros y arte. La ciudad ha sido un espacio cultural abierto y vital. La búsqueda de la belleza, el eterno anhelo del hombre por elevarse de lo material intentando atrapar la hermosura a través de diversos materiales: el bronce, el hierro, el color o la palabra, nos anima a salir a la calle y a confirmar con nuestra presencia que Cáceres es una ciudad abierta a la esperanza. Así que, señor Pavón, trabaje por la ciudad, defienda sus ideas, regale cultura, pero no saque el zapato. Usted no es Kruschev . Es sólo un representante de ciudadanos, bastantes pocos por cierto. Recuerde que Educación para la Ciudadanía es algo más que una asignatura. Y una humilde súplica: amenace, chantajee, a la alcaldesa si se deja, (ahora a cuenta del agua), pero por favor, hágalo en privado. Ahórrenos a sus votantes y a los que no le votamos pero estamos representados por usted el sonrojante espectáculo de la mala educación.