WEw l concierto de Serrat y Sabina, que reunió a cerca de 10.000 entregados espectadores en el recinto hípico de Cáceres, ha destapado las carencias organizativas y de infraestructuras que presenta la capital cacereña a la hora de afrontar estos espectáculos. Es de esperar que, a partir de ahora, este tipo de actuaciones de relieve nacional e internacional dejen de ser una excepción en la aspirante a capital europea de la cultura en el 2016. De hecho, la alcaldesa, Carmen Heras, ya ha planteado la necesidad de que la ciudad cuente con una nutrida agenda estival de conciertos de fuste. Por ello, ante futuros eventos, conviene que las administraciones competentes se tomen en serio detalles de organización como los accesos en coche al hípico, el aparcamiento o la entrada al recinto. Cientos de conductores tuvieron que soportar colas kilométricas el pasado domingo para llegar a las instalaciones de la carretera de Mérida. Y, por si fuera poco, la tardía hora de apertura de las puertas provocó nuevos colapsos en los accesos a pie. Estos errores, que han provocado quejas de la mayoría de los asistentes a la cita extremeña con la gira Dos pájaros de un tiro , no deben volver a producirse, por ejemplo, en el próximo gran concierto de la temporada cacereña: el de Chayanne el 30 de agosto. Hay que habilitar vías alternativas para llegar al hípico, señalizarlas debidamente y darlas a conocer a los ciudadanos; montar dispositivos especiales de regulación del tráfico, abrir las puertas con suficiente antelación y habilitar el personal necesario para evitar atascos en la puerta. No tropecemos más veces en la misma piedra.