WTwanto la reunión de ayer en Irlanda entre el presidente Bush y los líderes europeos, como la cumbre de la OTAN que se inaugurará mañana en Estambul buscan la conciliación en vísperas de la transferencia de poder en Irak. Subrayan lo positivo y minimizan la controversia, pero la verdad es que las heridas abiertas por la guerra están lejos de haber cicatrizado, por más que las declaraciones oficiales permitirán algunos acuerdos sobre las cuestiones más candentes: entrenar al nuevo Ejército de Irak, mantener una presencia en Afganistán o luchar contra el terrorismo.

La OTAN celebra en Estambul su ampliación a 26 miembros y la extensión hasta las mismas fronteras de Rusia. Sus operaciones en Kosovo, Bosnia y Afganistán desbordan ampliamente el campo de actuación previsto en 1949 y la convierten en el instrumento de seguridad deseado por EEUU. Su legitimidad, sin embargo, exige que no se vea como un mero brazo militar norteamericano. No obstante, Washington vacila y Europa sigue dividida. Así, resulta obvio que la OTAN no puede liberar a EEUU de los errores en Irak sin compartir la responsabilidad de las decisiones y la planificación del futuro de todo el Oriente Próximo.