TCton el propósito de formar esposas sumisas y complacientes, la Sección Femenina de la Falange Española adoctrinaba a las estudiantes de bachillerato de los 60 con ideas del estilo de estas: "Si tu marido sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes".

En aquellos años, también trataban de llenarnos la cabeza con las ideas fascistas de la Formación del Espíritu Nacional. Eran los mismos tiempos en que se consideraba delincuentes a los homosexuales y se les encarcelaba con la ley de vagos y maleantes en la mano. Esa doctrina jamás fue combatida por las autoridades eclesiásticas, que, por cierto, eran quienes paseaban al dictador bajo palio.

Sin embargo, ahora sí, este sector de católicos cerriles y montaraces se ha puesto en pie de guerra contra la Educación para la Ciudadanía, una materia escolar que quiere educar a la juventud en los valores democráticos y en el respeto a los derechos humanos. ¿Cómo --se preguntan horrorizados, rasgándose las vestiduras y mesándose los cabellos-- vamos a permitir que nuestras criaturas sean aleccionadas en el principio democrático de igualdad entre las personas.

Por supuesto que no. De ninguna manera van a consentir que un atajo de maricas y tortilleras decida que tienen los mismos derechos que cualquier ciudadano o ciudadana español, diga lo que diga la Constitución. Tampoco van a tolerar que las feministas consigan sus objetivos paritarios, cuando es obvio que las mujeres están en el mundo para engendrar criaturas y ocuparse de ellas, y no para ser ministras o mecánicas. Y ya solo faltaría que esas gentes de color que nos invaden en pateras se pongan a exigir respeto y trabajo digno. ¡Ni hablar! Los católicos como Dios manda deben declararse objetores de conciencia.

Después de esto, no será extraño que un nigeriano que quiera practicar la ablación a su hija se declare objetor de nuestros principios democráticos y termine cortándole el clítoris a la niña.