El Gobierno ha propuesto la congelación salarial de los funcionarios públicos y la subida de impuestos. Está bien; todos debemos participar en hacer este mundo un poco mejor, sobre todo cuando estamos metidos en esta crisis que nos han regalado los ricos, muy ricos, y que los pobres, a menudo muy pobres, deberemos solucionar. Pero hay algo que me duele en el corazón, y es que esta congelación no le quitará el hambre de nadie, sino que agrandará las arcas de los españoles que acumulan grandes riquezas sin importarles el dolor ajeno, sin importarles las necesidades y las enfermedades de los pobres, y que podrían evitarse de manera fácil con un reparto económico más justo. Señores y señoras que mandan en España: les propongo que no me congelen el sueldo y, a cambio, yo donaré muy gustoso esa diferencia a proyectos sociales transparentes, limpios, útiles. A pesar de la codicia desbocada y la institucionalización de la mentira, el expolio sistemático y la esclavitud encubierta, aún hay quien cree y practica la igualdad. También propongo a los dirigentes que intenten vivir durante un mes con mi sueldo --por cierto, me considero afortunado de tenerlo--, y yo, mientras, viviré con el de ustedes. Espero que me sobre algo para poder dar de comer a gente que no tiene qué comer, y no hablo de Africa, sino de gente de aquí al lado, de mi barrio. Y un último trato: si ustedes, señores gobernantes, destinan el presupuesto militar a fines sociales, mucho más útiles que las armas, yo lucharé para convencer a la mayoría de los empresarios españoles de que dejen de explotar tanto a los trabajadores. Todavía no es Navidad, pero los buenos propósitos no tienen fecha.

Luis Parera **

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